Una nerviosa Laura tronó sus nudillos antes de que estos chocasen con la superficie de madera de la puerta del departamento una vez más, pero esta había algo diferente. Su cuerpo estaba al borde del colapso emocional. En su mente nublada sólo distinguía una voz que le enviaba con él y lo hizo, sin pensar en demasiado, solo cogió su bolso y la nota, abandonó su oficina con una sensación de enfermedad supuesta en sus entrañas. Estrangulandola poco a poco.
Había hecho lo posible para ocultar el cólera frente a su jefe de seguridad. No necesitaba más paranoia en ese momento. La notita pesaba en su bolso como una tonelada. Su mente no se encontraba del todo bien aunque ella no lo admitiese, nunca. El repentino fallecimiento de sus padres dejaron un dolor inmenso en la niña, que había suprimido sus recuerdos de ellos y de todo lo vivido a su lado y meses luego de su muerte. Cuando un recuerdo llegaba por si solo era algo impresionante y solía dejarla en shock por un par de horas. Pero cuando era forzado -como la notita con su apodo de niña- la sensación era paralizante y espeluznante. Se odiaba a sí misma por no ser capaz de recordar a sus propias padres, seres a los que amaba tanto... ¿Cuanto más sabía la persona de la nota? ¿Cuando volvería a hacerle daño con esa estrategia?
Algo así la dejaría en evidencia frente al mundo. A ella. Laura Marano, la que tenía al mundo en la palma de su mano... Pero justo por eso, ella controlaba todo con un chasquido de sus dedos y con un par encontraría a la persona que había logrado atemorizar. Punto.
Estaba allí y sabía que encontraría lo que realmente necesitaba... fuera lo que fuera.
Antes de volver a llamar la puerta fue abierta por el hombre que quería ver más que a nadie, estaba ceñudo antes de que se fijara que era ella y entonces sus dientes quedaron a la vista. Su sonrisa era hermosa y tranquilizante. Calma repentina y cálida la golpeó de solo ver esa sonrisa. Pero aún así estaba nerviosa y atemorizada.
Él, sin pensar jaló de ella y la introdujo en el departamento en un movimiento que ya la te salía tan natural como andar.
—Cierta castaña aún puede sorprenderme —murmuró ronco, le estaba coqueteando como era costumbre. Él acunó su carita entre sus manos y deslizó los lentes oscuros, descendió hasta que estuvieron compartiendo el mismo aliento en cada inhalación y exhalación. Él olía a almizcle y a alguna loción que debía usar muy seguido ya que era tan liviana y tan propia de su olor corporal.
Laura cerró los ojos esperando que él inundara sus sentidos y acabara por completo su espacio personal y tal vez espantara el temor que aún quedaba. Esperó su beso, pero este nunca llegó. Abrió los ojos y lo entró detallandola con curiosidad, su mirada escudriñando causaba un cosquilleo a su paso. Luego, su mano derecha dejó el mismo hemisferio de su cara, presionó su dedo índice sobre el entrecejo arrugado de Laura, una sensación picante y poderosa cuando lo deslizó por el tabique hasta la punta. Entonces la mirada miel se fijó en los ojos chocolate.
—Esto no suele estar aquí —apuntó con seriedad.
Laura respiró erráticamente.
— ¿Qué?
—Esto —reiteró, tocando nuevamente sobre el ceño —. Estas líneas de expresión... no suelen estar cuando vienes a mi.
Laura tragó duro ¿Qué diablos? No tardó en darse cuenta que ella no tenía una respuesta y él le estaba pidiendo una con el silencio, con su mirada clavada en ella...
—Uh... ¿Las hay?
Sip, se sintió una imbécil al decirlo, pero esperaba que él se relajase aunque sea un poco seducirlo para le diera lo que necesitaba: Olvidar. Pero en su gesto no vio una pizca de relajación. No. En cambio se sumergió en sus ojos con el entrecejo cada vez más profundo, escudriñando en su mirada como si intentase descifrar un acertijo. No acostumbraba tal mirada indagadora en ella muy a menudo, una más de escrutinio totalmente só; pero no una que parecía auténticamente interesada en ella. Eso y que estaban abrumadoramente cerca. Su sola presencia era devastador para ella, demasiado atrayente para ella. Imposible de ignorar.
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La Heredera |Raura|
RomanceElla lo Ama, pero, quién es él... Él la ama, pero, quién es ella... En cada encuentro de placer, se sienten más vivos que nunca antes, en cada caricia encuentran en un desconocido el amor de nadie más.