Capítulo 26

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Faltando cuarto para las cinco de la tarde y tanto Laura como Maia y Rydel aún estaban en el centro comercial. Se habían demorado más de lo esperado —al menos Laura—, en las tiendas de vestidos y zapatos ¡Solo habían ido a buscar un poco de ropa para esa noche! Pero Maia y Rydel habían tenido otros planes, y gracias a lo impresionables que eran tenían unas nueve bolsas de más en el maletero del coche.

— ¿Cómo es que no te gusta salir de compras? —había cuestionado Rydel sosteniendo un perfecto par de tacones Ferragamo color crema en los dedos —. ¡Tu ropa es exquisita y de tan buen gusto!

Laura frunció el ceño bajo la mirada especuladora de sus acompañantes.

—Yo no he dicho que no me gustase —admitió entre dientes —. Solo que mi tiempo libre es limitado y prefiero hacer pedidos a los diseñadores o comprar por internet —esbozó una sonrisa —. Debieron ver la cara de mi secretaria cuando le dije que cerrara a las tres. Sintió su mundo desfallecer.

Sin embargo no le costaba admitir lo mucho que se la había pasado bien esa tarde. Se había sentido casi... casi normal, recorriendo tiendas con dos amigas que la arrastrara a probarse de todo y comprar aún más. Tan normal como una manada de guardaespaldas a distancia "prudente" se le permitía. Ahora sólo esperaban que el auto llegará a recogerlas con unos vasos de Starbucks en la mano.

—Entonces... tu y Cam... —habló Laura, observando a Rydel dar saltitos frente a la vitrina de una tienda de juguetes y ropitas para bebé, donde ella había comprado un osito de peluche tan mono, a escondida de la rubia.

Maia dejó el vaso a mitad de camino a su boca.

Abrió y cerró la boca innumerables veces antes de comenzar a hablar rápida y atropelladamente.

—Te juro que no sabía que él ¡era él! ¡Tu hermano! Te lo iba a contar ¡Lo juro, Lau! Pero no habíamos tenido oportunidad. Y entonces se apareció en la mansión el otro día. Y yo estaba tan sorprendida al principio ¡Y entonces tuvo sentido! Lo poco que sabía de él encajaba con tu la historia de tu medio hermano, pero nunca me di cuenta.

Llegados a este punto Rydel estaba con ellas, con una inconfundible ceja arqueada de interrogación. Pero, extrañamente, se mantuvo a un lado de manera pasiva. Esto era algo claramente entre las dos amigas.

Laura ladeó la cabeza.

—Entonces. von Max...

—Max... —la palabra salió como un suspiro de decepción de los labios de su amiga. Maia ya no era ni capaz de verla a la cara —. Se acabó. Simplemente ya yo siento lo mismo que antes. Ese sentimiento tan fuerte que me dejaba noqueada y solo tenía ojos para él... Se acabó. Era como una luz cada vez menos potente, cada vez más lejos, hasta que se desvaneció. Cada vez que le llamaba estaba, con ella y me cansé de que eso me hiciera sufrir. Pero me di cuenta de que solo lo hacía porque yo estaba malditamente programada para ello. Pero me di cuenta de que en realidad, ya no era igual.

La cara de Laura se relajó y se comprimió, veía el cólera en Maia. Y una parte le costernaba. Max había estado enloqueciendo en mundo de Maia apenas después de sus primeros periodos. Prácticamente toda su vida adolescente y hasta la adulta. Tantos altibajos, tantas lágrimas, tantas ilusiones, tantas sonrisas bobaliconas. Se distanciaban, se peleaban, pero Maia siempre volvía a él. Admitía que se había preguntado muchas veces sí llegaría el día en que Maia se cansara, Dijera Ya no. Stop. Era notablemente doloroso para Maia. Max, le había hecho mil ilusiones sin ninguna promesa. Laura se sintió muy mal por Maia, y muy apenada de sí misma. Era obvio que Maia se había estado debatiendo contra sus sentimientos un buen tiempo y ella, metida en sus propios problemas ni se había dado cuentas. Había sido egoísta. Malditamente un fracaso como amiga.

La Heredera |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora