Capítulo 37

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—Cinco de dilatación Rydel. Cuando llegaste hace veinte minutos eran tres, parece que esto va a ir algo lento. Pero no nos confiemos, los bebés suelen impacientarse sin previo aviso.

Laura oía desde una esquina de la habitación las recomendaciones de la doctora a una Rydel sonrojada, que cada tantos minutos se ponía aún más roja y apretaba sus labios y empuñaba sus manos hast que quedaban blancos. Parecía una larga espera desde su punto de vista los últimos veinte minutos, interminables, en realidad.

Rydel fue ayudada a levantarse de la cama donde le acababan de medir las dilataciones, cuando volvió a apretar los labios. Laura puso sus manos sobre su vientre aún plano, no pudiendo imaginarse siquiera cuánto dolía a Rydel, y no solo las contracciones, sino también la falta de Ellington en este momento tan importante. Ella misma no estaba ni de cerca aún en la misma situación y necesitaba a Ross hasta sentir que casi no podía respirar.

Llevó la mirada hacia el televisor que estaba suspendido en una pared frente a un largo sillón de cuero negro en donde CNN estaba transmitiendo en vivo e ininterrumpidamente, el volumen estaba muy bajito desde que había entrado la obstetra. Laura se acercó con paso tambaleante, de pronto no podía mantenerse de pie. La periodista narraba algo apresurada mente y señalaba a la construcción del aeropuerto a su espalda, pero eso no revelaba nada, se preocupó cuando comenzaron a correr frente y tras la mujer todo tipo de personas, incluso un cuerpo de bomberos se observaba apresurados hasta la entrada y rodeando el enorme lugar.

Menos mal que se le ocurrió sentarse, de lo contrario, se hubiera caído de culo al escuchar lo que estaba narrando la reportera.

Cuando esta acabó de hablar para mostrar imágenes del desastre de que se estaba desarrollando y las víctimas contadas hasta el momento, las otras tres mujeres estaban a su espalda y le habían subido el volumen a la tv.

De repente se sintió toda pesada y luego le mundo simplemente se apagó.

Su cabeza embotada de los acontecimientos ocurridos tan solo unas horas atrás. Su cabeza repetía una y otra vez los gritos, tanto de los civiles, como las maldiciones de los captores, y sobre todo ello el aterrado grito proferido por Alex, el niño que había estado a un segundo de morir frente a sus ojos, los atronadores sonidos de los disparos y las cosas que se rompían por doquier... su cuerpo saltando para cubrir el del infante empujandolos a ambos hacia un lado en el movimiento y el dolor fantasmal y punzante en su costado donde había rozado la bala.

Ignorando los ecos de esa herida se apeó de la camioneta que los había trasladado desde el aeropuerto hasta el hospital donde Rydel había dado a luz hace apenas unos minutos.

Ellington, que había salido ileso de la situación presentada en Boston, pasó como una sombra a su lado directo a encontrara a su esposa y asu hija recién nacida.

Ross había presenciado las lágrimas, tanto de felicidad, alivio y completo dolor por perderse el momento que sería el mejor momento de su vida, aquel que tanto había estado esperando en los últimos meses.

Hizo una mueca, sosteniendo la venda con la que apenas había permitido que le vendaran el torso.

Bah, apenas había sido un roce!

Junto a sus otros hermanos y su padre se apresuraron dentro de la institución médica. Él en busca de su propia felicidad. Hasta donde había sabido Laura se entraba allí. Moría por cerrar sus brazos a su alrededor, palpar su suave cuerpo tibio; saborear sus labios, si vitalidad. Oh, ahora que apreciaba haber salido liso de esa caricia de la muerte se mostraría agradecido amando y entregando todo de sí a esa mujer que tanto amaba.

Estaba loco por verla. Exhausto de su prolongada lejanía.

Encontraron a su madre fuera de la habitación privada donde se encontraba su hermana descansando y su nueva sobrina. Su madre se derrumba a llorar en los brazos de Rocky, quien fue el primero que llegó a su lado después de Ellington que había ingresado en la habitación nada más entendido la seña de su suegra. Stormie abrazó y bendijo a todos su bebés entre sollozos.

La Heredera |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora