Era bien entrada la noche cuendo por fin aterrizaron en el Aeropuerto Mayor de L.A. Poniendo fin al tormentoso y largo viaje. Primero se propuso dormir por su cuenta pero por más que lo intentara no lograba ir más allá de ese nebulosa ensoñación donde no terminabas de desconectar, y no podías evitar terminar prestando atención a cada sonido a tu alrededor cosa que, en un vuelo privado es insoportable, la otra alternativa es pensar y ella no quería pensar.
Maldición, terminó deseando una píldora mágica que apareciera por arte de magia en sus manos. La buscó, por su puesto en cada cajón de la cabina de baño que encontró. Pero Ross se había asegurado de hacerlas desaparecer por completo.
Su cabeza dolía tanto que casi la sentía estallar.
Más tarde devolvió al menos unas tres veces. Su estómago se apretaba y quejaba. Su garganta estaba seca y le costaba pasar saliva.
Ross, cuando no estaba resolviendo cosas al celular, estaba preocupado por ella, preguntando sin llegar a algún lado. Frustrado sentía como las cosas se derrumbaban. La observaba, ella estaba inquieta, a punto de perder el control y buscaba las malditas pastillas. No sabía que más hacer por el momento.
Al menos, ya tenía un plan en mente una vez en L.A. La llevaría a una clínica donde trabajaba un buen psicólogo al que había visto tiempo atrás, por motivo de estrés. Era excelente y efectivo, se especializaba en depresión y desarrollaba buenas técnicas para el subconsciente. Dejaría el tema de la boda a un lado, que era lo que supone que comenzarían cuando ella se mudara. Pero dadas las circunstancias no era buena opción tocar ese tema de momento. Por su puesto es algo que abordaría con total discreción y solo con las personas adecuadas. Cameron los había despedido en el aeropuerto, y debería estar mudando sus cosas a la mansión, eso había sido lo unido que le había pedido su hermana. Él aseguró que se estaba haciendo cargo de la empresa, y que continuaría con los planes de mudanza, pero estipulando otra fecha más tardía. Lo que se haría en escasos tres meses se completaría cinco, tal vez, por el bienestar de Laura.
L.A. Era un mundo completamente aparte del humeado Londres, donde había residido toda su vida. Meses atrás, Laura había pensado entusiasmadamente en que se adaptaría al cálido húmedo estado. En el aeropuerto subieron a un BMW estacionado en el aeropuerto, Ross había llegado en él al mismo lugar más temprano para volar a Londres.
En una de las muchas llamadas que había realizado había adquirido una habitación en el piso inferior del pent-house donde vivía.
El edificio era de ciento cincuenta pisos, de noche brillaba impresionante, era lujoso moderno y cómodo. El ascensor tenía un código para desembocar directo al pent-house. Los dos salieron al recibidor, conjunto a una sala hundida dos escalones. Era muy lindo, aunque le llegó débilmente olor a cemento y pintura fresca. Había habido obras allí recientemente.
Los colores del lugar combinaban entre negros y tonos tierra, muros completos de piedra gris y muebles de piel, muy masculino. Lo mejor del lugar era la pared de cristal al otro lado donde se apreciaba los brillos de la cuidad, por lo que había apreciado desde afuera el cristal era de una dirección, osea que solo era un espejo de otro lado y bien transparente desde adentro, junto a este una escalera de escalones voladores con borde de vidrio llevaba a un segundo piso.
Ross introdujo las maletas y se reunió con ella.
– Estoy culminando las reconstrucciones en este piso, por eso el polvo y el olor a pintura. Esta sala aún no sabía como cambiarla, estaba esperando para consultártelo – comenzó a explicar – . La cocina está por allá – señaló hacía la izquierda un umbral sin puertas amplio, se atisbaba parte de una isla de granito – . El ama de llaves viene durante toda la semana. Arriba están las habitaciones, ya están listas así que podemos instalarnos. Yo había estado quedan-dome en casa de Rydel cuando venía de las promociones con Riker y Rocky.
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La Heredera |Raura|
RomanceElla lo Ama, pero, quién es él... Él la ama, pero, quién es ella... En cada encuentro de placer, se sienten más vivos que nunca antes, en cada caricia encuentran en un desconocido el amor de nadie más.