Capítulo 21

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Laura dormitaba extendida en la habitación del avión privado que la llevaría de vuelta a casa. El viaje no había salido totalmente de acuerdo al plan. ¿Cómo era posible que se descontrolara en cuestión de segundos?


El plan de Ross de tener a Laura en casa el resto de la semana no contaba cona falla que no vio venir, esta fue un viaje de emergencias a Argelia, país donde su empresa financiaba a una comunidad indígena bastante numerosa, que era incapaz de sustentarse por sí sola. El viaje surgió de una impaciente llamada de Halsey, la cual haciendo repaso rutinario de las finanzas encontró un desbalance en los fondos dirigidos a esa organización. Y debido a que la última persona responsable de la tarea era el socio Eddington, no había opción al fracaso. Además de que había recurrido a los abogados de confianza para expresarles sus preocupaciones, esta podría ser otra razón de peso para sentenciarle.

Preparó un bolso con mucha prisa y salió sin antes avisar a Ross, pero le llamó antes de abordar el avión privado lo cual no le hizo nada de gracia. Ella lo apuró diciendo que volvería al día siguiente y lo mucho que lo quería por comprender antes de colgar. 


En el trayecto hacia Londres, en el que no debía ser capaz de soñar nada debido a la interferencia emocional ocasionada por la adrenalina y miedo que había sentido. Pero lo hizo. En sueños revivía los ojos pasibles de la criatura que había estado sosteniendo en brazos, emocionada y asustada por lo liviano que era. En la comunidad que financiaba Marano Enterprises no habían estado llegando la totalidad de recursos que debía por varios años, casi desde la fundación del proyecto, como consecuencia muchas familias aún sufrían las crueldades de la pobreza y el hambre. Tal era el caso de la familia de Enam, la cual consistía solo en su madre y el bebé de seis meses, su padre había muerto de insuficiencia, lo cual los había condenado a una vida prácticamente mísera. Niara, la madre, era una mujer joven cuya familia había dado la espalda por haberse enamorado de un hombre con menor clase. Ambos estaban muy flacos y pálidos aún con sus pieles muy oscuras. Se había fijado en ella al llegar a un centro comunitario donde debía calcular las cifras de asistencia que atendían. Los números le horrorizaron. Se sentía tan culpable y a la vez tan enojada que se prometió a sí misma enviar de por vida al viejo que se hacía con el dinero propuesto para ayudar a esta gente. No era un lugar muy grande pero sí muy necesitado.   

La culpa la llevó a decidir quedarse un ratito más y socializar con los desprotegidos que iban allí en busca de comida, refugio anotarse para cuando llegasen las medicinas.

Al rato se hacercó a la mujer flacucha que esperaba sentada dando pecho a un bebé medio dormido. ¡Pero sí duras penas esa mujer se sostenía sí misma! 

Laura se sintió en confianza con la pinta desenfadada que llevaba, pantaloncillos marrones y una camisa sin mangas verde militar, no tenía mucho maquillaje y el cabello en una simple coleta. No era el clima preciso para sus vestidos inmaculados ni tacones, pero sí llevaba sus gafas oscuras, las cuales deslizó de sus ojos al acercarse. Pensó que sería menos pretencioso y más interesado no llevarlos al hablar con las personas. El idioma lo manejaba con soltura así que no fue problema entablar conversación con la mujer. Esta hablaba con un hilo de voz y no parecía capaz de mirarla a los ojos por mucho tiempo. le costó algo de rato atreverse a preguntarle qué circunstancia exactamente la había llevado allí, Niara había respondido despues de tomar aire presurosamente que necesitaba una vacuna para ella, había sufrido muchas migrañas desde la muerte de su esposo y que necesitaba la comida que allí daban, las oportunidades de trabajo para una mujer (además madre soltera) no eran demasiadas, ninguna de hecho.

Cómo si no fuera suficiente la vista de su cuerpo huesudo y ojos hundidos en tristeza, Laura se sintió además muy culpable, olvidando los problemas de los que se quejaba en casa. Pese a todo el niño aún dormido se notaba algo rellenito y bien de salud. Al cabo de un rato Laura le preguntó con timidez si podría cargarlo, la madre sonrió y ella se dió cuenta que más rellena y menos pálida y con menos peso sobre sus hombros sería una mujer increíblemente hermosa Niara le entregó a Enam con cuidado, pero este igual se despertó al alejarse del calor de su madre, pero, estando en los brazos de Laura no se alarmó ni armó berrinche, simplemente la observó con curiosidad, tenía unos impresionantes ojos verdes.

La Heredera |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora