Laura observó la enorme puerta oscura de su despacho ser abierta desde afuera. Se había sentado en su escritorio fingiendo poder y sobriedad, optó por sus confiables gafas para ocultar el brillo atormentado de su mirar. Se preparó para lo que venía. Genial más sorpresas, se había dicho al culminar la llamada con su asistente al otro lado de la puerta.
Apareció una muchacha pelinegra, tímida a leguas. Pero sus rasgos. Laura contuvo la respiración, era la segunda vez en el maldito día en que debía hacerlo. La chica pálida compartía un parecido increíble con ella misma. La forma ósea de su carita, el perfil de su nariz, sus ojos... cafés, tan oscuros como los suyos. La chica, cuya edad debía oscilar en unos veinte años, era una Marano. Pariente cercana de su padre y por ende de ella misma. Lo cual suponía una situación muy nieva para Laura, no conocía a nadie de su familia paterna. Era como una anomalía.
La chica vestía unos modestos jeans con zapatillas y un sweater bajo un abrigo rosa pálido, parecía mirar el lugar con sorpresa y curiosidad, pero también se sentía intimidada, bajo la mirada de Laura marano. Para ser una mujer joven de veintitantos años era daba una impresión muy poderosa, aún más fuera de las fotos en las revistas y programas de tv ingleses. Laura, sin palabras le invitó a sentarse en el sillón frente a frente.
Se sentó, pese a lo débiles que sentía sus piernas, en cualquier momento podrían fallarle, cruzó los talones y se tronó por enécimavez los dedos des que había tomado la decisión en la cafetería donde trabajaba medio tiempo de contarle la verdad a la heredera, esperando lo mejor de la situación.
—Hola Vanessa, ¿es ese tu nombre...?
—Es lo que le dije a su secretaria, si. Me llamo Vanessa Marano... soy su prima. Eh, es decir...
—No importa —negó Laura, antes de que comenzara a parlotear. Tenía un nudo en la garganta que le decía que la visita de esa muchacha, cambiaría mucho —. Te creo. Jamás había recibido visitas familiares, hace mucho.
Vanessa asintió con la mirada gacha.
—La opinión de mi padre ha influído mucho en ello. Soy hija de Julio Marano, hermano mayor de Damiano Marano, y nunca nos hemos visto, pero somos...
—Familia —Laura terminó por ella, probando la palabra en su boca. Jamás se había sentido como si tuviera alguna —. Por su puesto. Algo sé de ustedes, pero ya sabes que no hemos sido muy cercanos.
La chica cargaba con una culpa ajena en su mirada baja.
—Todo debido a las diferencias irreconciliables que ya luego fueron muy tarde para reconciliar. Según lo que sé mi padre quería que los hombre de la familia se ocuparan en mente y alma en al viñedo familiar luego de la muerte del abuelo. Le exigía al tío Damiano quedarse de por vida en Sicília, cuando él quería...
—Le era más atractivo la arquitectura y los negocios. Había quedado en una de las mejores universidades de Londres.
Vanessa asintió energéticamente.
—Exactamente. Yo... lo entiendo porque me ha pasado igual —Laura retiró las gafas, tenía el ceño fruncido llena de curiosidad ¿qué era lo que le estaba contando la muchacha? —. Me gusta la actuación y básicamente he dejado atrás al viñedo, la familia y a todo lo que conocía por hacer lo que me hará feliz. He ingresado en una academia aquí en Londres hace ya unos cinco meses... ¡Pero no es lo que está usted pensando Srta. Marano!
—Laura —interrumpió —. Llamame Laura.
—Claro —la chica se mordió el labio inferior —. Laura, no he venido sola... yo... Santo Cristo, él me mataría si se enterara de lo que estoy haciendo —comenzó a balbucear par sí, desconcertando a Laura.
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La Heredera |Raura|
Любовные романыElla lo Ama, pero, quién es él... Él la ama, pero, quién es ella... En cada encuentro de placer, se sienten más vivos que nunca antes, en cada caricia encuentran en un desconocido el amor de nadie más.