Ross se quedó solo en la cabina insonorizada de grabación. El grito que había pegado fue lo suficiente para espantar a sus hermanos y cuñado que salieron tras compartir una mirada que lo decía todo.
— ¿Argelia? Laura, pero si quedamos que te quedarías en casa. Estabas bajo mucho estrés ¿y ahora te vas a otro rincón del mundo?
—Cariño cálmate. Es algo muy importante y nadie más que yo debe hacerlo. Te juro que no sabía de ello, te llamaré en cuanto pueda para explicartelo toso ¿Si? Te quiero.
Ross abrió la boca para protestar, pero el tono le indicó que Laura había acabado con la llamada. ¿Qué coño había estado pensando?
En ese preciso instante odio el constante trabajo que tenía su novia, y lo comprometida que era. Había estado agilizando todo para llegar cuanto antes a la mansión y disfrutar de su compañía. Hubiera puesto pausa a todo o dejado que adelantaran sin él. De cualquier modo no le importaría retrasar la movida lo suficiente para quedarse más tiempo en Londres, no lo decía pero una parte suya había comenzado a temer que la distancia jugara en contra de su relación. De la cual no había tenido que separarse por mucho tiempo. Por otro lado Rydel había estado haciendo su trabajo con mucha calma y sospechaba que no le entusiasmaba demasiado un nuevo disco con un nuevo bebé. Todo se estaba volviendo complicado y confuso. Los planes (que ya se estaban llevando a cabo) no parecían la mejor opción.
Le inquietaba que Laura saliera del país tan rápido, pero confiaba en que regresaría con la misma rapidez.
Las grabaciones no se extendían demasiado, Rydel los esperaba en el departamento con la cena hecha. Ross trató de lucir normal el resto del día, pero notaba las miradas extrañas de los chicos y el cejo fruncido de Rydel cuando entró en la casa. Para todos era obvia la preocupación, el brillo atípico en su mirada.
Después de la cena, Rydel lo convidó a la cocina para que la ayudara a fregar los platos mientras los demás se entretenían con un juego de video. Rydel se ubicó en el fregadero, Ross la desplazó.
—Deja eso Delly, sólo pongámoslo en el lavavajillas. No puedo creer que ese cuarteto de idiotas te dejen fregar los platos.
Rydel se cruzó de brazos despues de abrir la nevera, alzando una ceja.
—No voy a entrar en trabajo de parto por mojarme un poco las manos, y, para tu información siempre uso el lavavajillas, esta vez esperaba hacer más tiempo para hablar contigo.
Ross puso en su lugar el último cubierto antes de empujar el cajón y ponerlo a funcionar. Se limpiaba las manos con un trapo.
—Así que quieres hablar conmigo. ¿Sabes que no necesitas tretas para ello? Solo basta con que me llames y aquí estaré, nada ha cambiado Rydel.
La observó servir una copa de vino y se la pasó, ella se sirvió un vaso de té helado.
—Lo sé, y no es eso lo que quería decir —se detuvo para dar el primer sorbo dejando el vidrio cerca de sus labios vacilante un instante de más —. No te ha gustado que Laura haya hio de imprevisto ¿es eso? Sabes que así es su trabajo, tú mismo has dicho: estaba cansada de tantos cosas.
—No... Si... No, no me molesta que se haya ido es que... Me preocupo por ella. Quiero tenerla a mi lado, me desespero sí, ¡joder! Hay tanto allá afuera que puede hacerle daño.
— ¿No crees que tiene suficiente personal de seguridad para ocuparse de eso?
—Rydel, es todo. Te seré sincero no tengo ganas de regresar, no si ella debe quedarse aquí. Estar separados, no se siente bien.
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La Heredera |Raura|
RomanceElla lo Ama, pero, quién es él... Él la ama, pero, quién es ella... En cada encuentro de placer, se sienten más vivos que nunca antes, en cada caricia encuentran en un desconocido el amor de nadie más.