Cuando Ross le indicó que entrara en el cuerto de baño, ya estaba preparada una bañera con burbujas para ella. Se sentía extraña ya que él se mostraba rigido con ella. Cuando lo que necesitaba un abrazo. ¿Cuál era su problema? era ella quien había sufrido ese mal momento. En el mismo instante en que formuló el pensamiento, supo lo egoísta que sonaba. Ross se preocupaba por lo más mínimo por ella. Y lo amaba por ello. Seguramente estaba intentando no agobiarla.
Ross le desabrochó los botones de la camisa, luego deslizó las manos por sus hombros. La prenda cayó al suelo en silencio.
Laura se mordió el labio inferior. Su sangre se agitaba por donde sus fuertes manos se deslizaban. Sería mejor que no continuaras, todo ello no era bueno para su cordura. La cual necesitaba para mantener la conversación pertinente.
Pero cuando habló su voz era tan débil y anhelante, casi suplicante que ni ella se tomaría en serio.
—Puedo desnudarme sola.
—No. No puedes. Al menos sin que te duela el hombro.
La dureza en su voz la irritó un poco.
—Sé que la situación no es la ideal, pero no tienes que ser tan borde conmigo.
—Yo no estoy...
—Ni siquiera me has dado un beso—musitó. Era cierto, no había demostrado su usual ansia por tocarla. ¿Ya no la deseaba? ¿Se sentiría tan herido?
El rostro de Ross se tornó rojo, abochornado. De arrepentimiento y miedo se tiñó su mirada. Tragó grueso. Su mandíbula estaba fuertemente apretada, la fue soltando poco a poco.
—Yo siempre quiero besarte, nena —dijo con voz ronca. Y así era. Desvestirla estaba suponiendo mucho autocontrol de su parte —. Pero es preciso seguir lógico por el momento.
Deslizó la mano derecha desde su hombro hast el codo. Se hacercó más a ella, hasta que sus narices se tocaban.
— ¿O quieres tan desesperadamente como yo que te bese ahora?
A Laura se le hizo la boca agua. Los puntos claves de su cuerpo se tensaron. Tenía sed de sus labios, de repente estaba maniatada por su proximidad quería que la besara más que nada
—Si. Tómalo todo, Ross. Haz que me olvide de todo. Ya luego...
Ross ahogó sus palabras en su boca. Le acarició los labios con su lengua, antes de que esta penetrara en su boca. Poco a poco fue despojando de sus prendas, a medida que iba descendiendo, lo hacían sus besos. Siempre con infinito cuidado con respecto a la herida. Y más que eso.
La sentía frágil. Emocionalmente débil y no estaba bien. No era ella. Esperaba que sus besos borraron la debilidad y fueran suficiente para recargar su fortaleza.
La colocó sentó en la encimera al lado del lavamanos. Tras ella había un enorme vidrio que reflejaba gran parte del cuarto. Laura gemía y se contoneaba sin pudor. Dios, cuanto le encantaba. Laura estaba desnuda y él totalmente en su lugar. Cuando intentó quitarle la camisa, él se rió a lo bajo, dejó en paz sus pechos y le besó en la boca.
—Eh, creí que habías dicho que querías un beso. Ya te he dado más que eso.
—Te dije que quería olvidarlo todo.
— ¿Y no funcionó?
Oh, lo había hecho. En esos preciosos momentos sus besos eran el bálsamo perfecto de amnesia. Pero quería más
—Pues sí..
Ross besó su cuello, sus párpados, su nariz y sus labios.
—Date un baño y luego comes. Eso es lo necesario, bonita.
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La Heredera |Raura|
RomanceElla lo Ama, pero, quién es él... Él la ama, pero, quién es ella... En cada encuentro de placer, se sienten más vivos que nunca antes, en cada caricia encuentran en un desconocido el amor de nadie más.