Dedicado a @Annzwarrior
—Entonces Rocky me empujó y caí del escenario y todas esas chicas argentinas saltaron sobre mí sin piedad —Con taba Ross luego de haber terminado su plato.
Estaban sentados uno al frente del otro en el Restaurante Malley. Una exquisita cena era lo ideal despues de tanto sexo. Laura sentía sus extremidades flácidas. Las muñecas levemente doloridas por las cuerdas y las nalgas cosquilleando en delicioso ardor que quedó como recuerdo del más deseado dolor adictivo que había experimentado nunca. O mejor dicho, aún las tenía al rojo vivo.
Luego de un buen rato en la bañera mimada por los masajes que Ross impartía en sus músculos. Ross la había sorprendido dejando un hermoso vestido rojo —con todo y bolso y zapatos— sobre la cama.
Estuvo a punto de llorar, aunque jamás lo admitiría.
Nunca le habían regalado algo a demás de Maia. Y no era el que hubiera gastado dinero en ella. No era por eso. Sino que reflejaba que en su intención no había objetivos tácitos. Que él realmente quería mimarla y cuidar de ella.
Después de los actos de dominación se había hecho una gran idea de cuán importante era para él. Le habia un placer que partía del dolor e inexplicablemente con él sabía siministrarlo en suvuerpo en los lugares perfectos y en la dicis perfectos.
—. Se guindaban de mi cuello como si su vida dependiese de ello y mi banda se encontraba muy ocupada riendo mientras yo me ahogaba —literalmente— en adolescentes .
La risa de Laura no tenía contención. Ross amó el sonido al instante que se prometió hacer que sucediera muchas veces el resto de su vida. Ser el causante de dicho sonido tan relajado y celestial, y del brillo de la felicidad en sus ojos.
— ¡Eh! No te rías —le riñó con humor —. Esa vez perdí el collar que me había dado mi abuelo.
—Oh, lo siento, cariño —Laura controló su risa. Se sentía bien reir. Solo reir, como si la vida fuera felicidad además de preocupación y responsabilidad.
Estiró la mano y la puso sobre la de Ross y sonrió sin fronteras.
—Quisiera quedarme en este pequeño mundo que me abraza cuando estoy contigo —admitió con voz queda —. Es como si no existiera este mundo de poder y negocios.
—Entonces quédate conmigo y seré una cura saludable cuando estés rebasada.
—Me temo que ya eres más que eso. Amo lo que hago, es sólo que mantener todo un imperio yo sola no es un chiste. A veces no me queda nada de tiempo para mi... —su cejo se frunció ladeando la cabeza —. Sabes, Ross. Creo que estamos en las mismas. Esto podría ser lo mejor de nuestras vidas... o nuestra destrucción.
—No lo será.
▬▬▬
— ¡Hola Ross! —Rydel saludó con el mayor entusiasmo que entró. Su cabello despeinado y la pesadez en sus ojos decía que había estado dormida hace poco. Pero su sonrisa era igual de genuina como en sus mejores días.
El embarazo no era muy gentil con todas las mujeres, pero su hermana parecía lidiar bien con ello. O al menos eso demostraba. Así era Rydel. Siempre con buena cara al mal tiempo, y más sabiendo que todo era por un bebé que estaba creciendo en su vientre. Ella lucharía a muerte por algo tan hermoso.
—Hola, Delly —la abrazó y presionó un beso en el nacimiento de su cabello rubio oscuro —. ¿cómo te sientes hoy?
Ambos ingresaron al penthouse, Ross cerró la puerta de un puntapié y siguió a Rydel a la cocina.
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La Heredera |Raura|
Roman d'amourElla lo Ama, pero, quién es él... Él la ama, pero, quién es ella... En cada encuentro de placer, se sienten más vivos que nunca antes, en cada caricia encuentran en un desconocido el amor de nadie más.