La sonrisa de oreja a oreja que adornaba la linda cara de Rydel no desaparecía aún en los cinco minutos que había estado parloteando ella sola.
—No sabes lo feliz que nos hace a todos que Ross haya conseguido novia ¡Y que sea precisamente tú! Me caes genial, y a lo que iba; Ross es bastante melancólico cuando está solo...
Laura torció el gesto.
—Bueno...
— ¿Qué? —preguntó la chica, Ross se había removido en su asiento —que por cierto era uno individual, ya que Rydel la había sentado junto a ella en el sofá doble—, con la frente arrugada.
Laura miró a Ross con los labios fruncidos «¿Que no era obvio», se volvió consecutivamente a Rydel, estrechando sus manos en su regazo.
—No somos novios... exactamente. Él no me ha pedido.
— ¿A no? —inquirieron los hermanos a la vez, ceñudos que los hacía aún más parecidos.
—No.
La rubia, molesta, la lanzó una mirada asesina a su hermano.
—Arreglalo —le dijo en tono firme, se volvió a Laura —. Lamento eso querida. Los hombre de nuestra familia suelen competir en olimpiadas por ser los mayores tontos.
—Oye, Rydel ¡Estoy Aquí! —se había quejado Ross, pero ella pasó de él.
—Como te venía diciendo, Laura, hay que tener paciencia.
Laura esbozó una sonrisa sincera. Eso no sería muy difícil. Ella atravesaría el mar si él se lo pidiera.
—Ross ¿Podrías seguir siendo mi hermano favorito y traerme algo dulce o ácido quizá?
Ross suspiró dejando caer los hombros.
—Tendo fresas en el refri.
— ¡Genial! —aplaudió —. ¿puedes traerlas en un plato? Escoge las mejores ¡Y que estén bien lavadas, sin hojas ni tallos! Sé lo flojo que eres. Y de paso con algo de sirope de chocolate, se que no falta en tu despensa.
Ross volvió a suspirar mientras se ponía en pie.
—Te hemos malcriado mucho... —y se fue quejándose.
—Ahora que estamos, solas —Rydel estaba un poco más seria lo que la alertó, pero ese deje de ternura estaba aún en los ojos de la rubia. Se veía más como una madre preocupada —. Mi intención es que sepas un poco más de lo que es el que tú y Ross estén juntos. Y espero que sepas que Ross te quiere; de hecho nunca lo he visto tan loco por una mujer. Él realmente te ama y no debes hacer caso de lo que oigas por allí. Incluso he tenido que desechar lo que hube pensado alguna vez, ni ella pudo hacer esto con él. Sé que te lo ha dicho, y que tu no diste respuesta y que te dijo que podría esperar pero sé que está enloqueciendo a causa de ello.
Laura bajó el rostro, relamió sus labios.
—Rydel, no sabes cuanto me alegro de que te preocupes por él y de que seguramente habrán muchos más que lo hacen. Pero estoy aquí para decirle lo que tengo que decir... a quién me tiene que escuchar —Laura volvió a regalarle una sonrisa a la simpática casi cuñada que tenía al frente —. Él estará bien.
Dicho esto, Ross justo pareció en el living.
—Ballenita, aquí está tu antojo. Le he rociado azúcar encima.
—Reitero —dijo Rydel —: mi hermano favorito. En fin, esta bomba expansiva se va. Cuidense de dejarla como yo. Créeme cariño: no querrás eso ahorita. ¡Los quiero, adios!
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La Heredera |Raura|
RomansaElla lo Ama, pero, quién es él... Él la ama, pero, quién es ella... En cada encuentro de placer, se sienten más vivos que nunca antes, en cada caricia encuentran en un desconocido el amor de nadie más.