Capítulo 35

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Resulta que al final, el viaje de la banda se extendió, iban a regresar en tres días más del par previsto. Ross como Ellington estaban molestos a causa de ello, pero sus mujeres les tranquilizaron. A Rydel le faltaba otra semana para el tiempo previsto para el parto, rogaron porque se concentraran en su trabajo, ellas estarían bien. Laura se encontraba totalmente fuera de los que había sido su zona de confort desde siempre. Viviendo con su futura cuñada la que en cualquier momento podría entrar en trabajo de parto y con su su futura suegra, una mujer cariñosa que había llorado la mar de lágrimas y la había abrazado y apretujado hasta más no poder cuando le había dicho de su peculiar estado; extrañando al hombre que amaba; y por si fuera poco ¡Embarazada!

Una situación sin duda en la que hasta hace poco no se había atrevido ni a imaginarse.

Estaba sumida en una bruma de incredulidad, miedo y deseo. Pero deseo ¿de qué exactamente? ¿de cambiar las cosas? ¿de ver si era capaz de cumplir con ello? Según lo que pudo interpretar después de pasar parte de la noche en vela pensando y pensando, ya que inevitablemente el cansancio venció a los nervios, deseaba tener a Ross consigo. Deseaba decirle que iban a ser padres y que así llegara en segundos a su lado y simplemente abrasarle hasta que pudiera tragarselo y sentir más que la fría sorpresa e incluso un poquito de negación.

Pero no había más que hacer, estaba en cinta y Ross estaba lejos y no sería justo tampoco revelar algo tan grande por teléfono. Demasiado frío, había decidido; incluso para ella.

Por ello, había decidido esperar y pasar el rato con las dos mujeres que estaban empeñadas en hacerle compañía. Era interesante como para estas personas, estar solos durante más de un par de horas era tan extraño, la invitaban a ver una peli en el sofá, salir a comprar o simplemente a charlar. Ni mencionar las amigas de Rydel que le hacía visitas casi a diario, delante las cuales no se mencionaba el estado de Laura. No era falta de confianza en sí, sabía que si pedía que no mencionasen nada a nadie, no lo harían. Pero era inaceptable que alguien más lo supiera antes de Ross. Nop. Suficiente con su hermana y su madre. Las cuales por cierto no dejaban de estar al cuidado a cada segundo. Stormie no le permitía hacer casi nada fisicamente más que comer y echarse o sentarse y esas cositas fisiológicamente necesarias acotando a cada segundo que estos meses era los más delicados. Mientras Rydel no paraba de dar recomendaciones y hechos extraños, y tambien de rememorar cuando estaba en esa etapa, cosas aún más extrañas.

Abril/28 L.A. California.

15:04

— ¡Hola!

— ¿Maia? ¿Por qué tienes el teléfono de mi hermano? —Laura con el ceño fruncido. Lo qué no añadió a su pregunta fue que eran pasadas las diez de la noche en Londres.

—Oh, bueno... él está en la ducha justo ahora, así que me dijo que atendiera.

Jum! Las cosas entre su amiga y su aún muy reciente hermano iban muy bien.. Demasiado quizá.

—Eso está... bien supongo —se detuvo para tomar aire. Necesitando decir lo que quería, la antigua Laura no lo haría, pero ahora era diferente y Maia era su mejor amiga ¿cierto? —. Siento que estás feliz, eso me hace estar doblemente feliz por ti. Por los dos.Sé que le haces bien a Cam.

Aunque no adivinaba la totalidad de las intenciones de este con su amiga. Ya las averiguaría ella.

— ¡Es que soy feliz! No sabes cuanto Lau, me siento libre. Ajena a expectativas y falsas esperanzas. He dejado eso atrás y ahora solo... Solo vivimos el día a día. Y me encanta. Estaba presa en algo destructivo disfrazado de amor, del que era consciente y aún así me negaba a dejar atrás.

—Eso es genial, solo... ¿Él lo sabe? ntinde que entre ustedes ya no hay nada.

—Eso está finiquitrado por todos lados. Solo quiero vivir. Experimentar. Sentir lo que me pasa con Cameron, me da libertad. Él me entiende y me permite ser yo, hacer lo que me gusta. Pero también...

La Heredera |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora