Capitulo 31

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– Haz caído muy bajo.

– Ross...

– No te cerré la puerta en la cara, te dejé entrar y escuché lo que tenías para decir. Te expliqué mi situación calmadamente y te creí cuando me dijiste que lo entendías antes de que te marcharas. ¡Pero antes te dejé usar mi baño y haces esa insensatez! ¿En serio creíste que así me tendrías, que me harías entrar en razón cuando viera una pantaleta tuya! En serio estas mal. Muy mal.

– Ross... por favor.. perdonadme yo no..

¡Pip!

Ross lanzó el celular al piso, este cayó en un ruido sordo, amortiguad por la alfombra que cubría todo el pasillo. La ira fluía junto a su sangre por todo su cuerpo entumecido por pasar la noche en el piso. Estaba cansado, pero no había manera de que se moviera del lugar. El interior se había mantenido en perfecto silencio hace horas, había dormido por pequeños intervalos de tiempo, que solo lo hacían sentir más cansado y demacrado.

Aun esperaba que todo desde el día anterior, incluyendo la visita de Courtney, fuera una pesadilla. Esperaba despertar y sentir la gratitud de que todo haya sido una fantasía, pero ese despertar nunca llegaba.

Era bastante tonto, se dijo a sí mismo un montón de veces, solo tenía que ir a una de las gavetas donde el ama de llaves guardaba las llaves de todas las puertas de la casa y la obligaría a escucharlo. Podría sí. De hecho en el pasado lo hubiera hecho. Pero, comenzando con que las cosas no eran como antes lo fue, ella era inestable y forzarla podría hacerle daño, y que, claramente ella necesitaba espacio, cerrar la puerta a él era una clara señal, por el bien de ella, él jugaría con sus reglas... al menos por un rato más.

Sus párpados pesaban, casi se cerraron por completo... cuando la gravedad lo jaló hacia atrás. La puerta que sostenía su espalda fue abierta. Se incorporó de un salto para seguir a Laura que caminaba por el pasillo envuelta en un albornoz blanco, descalza y con el pelo mojado goteando por la alfombra beige.

Laura se había despertado con un malestar de los mil demonios, corriendo al cuarto de baño debido a las protestas de su estómago. Pero igualmente arcada tras arcada que no tenían nada para devolver. Su mente adormecida tardó en dar con la razón. Había pasado semanas bajo somníferos y comiendo muy poco, incluso en día anterior apenas había ingerido algo para el viaje y nada más. Su cabeza martilleaba solo por el esfuerzo extra de recordar eso. Cepilló sus dientes y se metió a una rápida ducha. Moviéndose en automático, no había sentimientos en sus acciones, no había razones profundas, solo lo hacía.

Se secó y envolvió en un albornoz que encontró en el baño y lo siguiente que hizo fue salir por comida. Moría de hambre.

– ¡Laura!

Ella siguió u camino, con él detrás llamándola una y otra vez. Alzó la mano es señal de rendición.

– Ross, de verdad no estoy para esto ahora ¿Entiendes? Solo quiero comer.

Ross se mordió en interior de la boca para contenerse, pero no lo logró demasiado bien.

– Pero, Laura tenemos que hablar.

En ese momento entraron en la cocina, se detuvieron al encontrar a una pequeña y menuda mujer latina en los cincuenta años. Esta se volvió y sonrió cuando vio a Ross, a Laura la miró con detalle, su sonrisa se hizo más grande.

– Hola Sra. Lonie, no me había dado cuenta de que había entrado

– Oh, pues acabo de llegar – dijo ella secando sus manos con un paño con bordados de flores de girasol, dirigiendo miradas a Laura, no podía evitarlo – . Yo no lo esperaba por aquí, es una sorpresa después de lo urgente que salió la otra noche.

La Heredera |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora