—... Entonces, me puse a pensar: nuestros negocios son exitosos, la empresa se encuentra mejor que nunca y somos un gran equipo. Seguramente no tendremos que preocuparnos por el dinero.. ¿Quién sabe? Nunca. Además todos, se preguntan ya cuándo nos casaremos. Y yo creo también que...
— ¿De qué mierda me estás hablando? —Laura alzó finalmente la mirada de su móvil —sinceramente indignada por lo que acababa de escuchar —, con una ceja enarcada apenas visible debido a los grandes lentes de sol que acostumbraba.
Su tono enfocó cada palabra con severidad. Incrédula por las palabras empleadas por su "novio" y colega Nick Cole, quién la miraba en estupor.
—Bueno, de que es tiempo de sincerarnos, de que demos este importante paso, cariño... —sonrió con incomodidad buscando su mano sobre el mantel crema, ella la quitó en con rapidez.
—Creí que era más listo Nick, pero lo estúpido te está ganando terreno —espetó amargamente el comentario, sacudiendo su cabeza de lado a lado.
—Pero Lau... —Nick, patéticamente curvó sus labios en una sonrisa engreída que le decía que se estaba volviendo loca, que él era lo mejor para ella.
Era un maldito- repentino cambio de ambiente. Justo la frase que llegó más clara a sus oídos. Aquella que contenía la palabrilla que comienza con "Ca" y sigue con "Sarse".
¡No! ¿Cómo infiernos había llegado el chico a ese concepto? El que incluía la palabra con C, a él y, a ella en una misma oración. «Detener. Todo. ¡Ahora!»
—Escúchame. Y hazlo muy bien —alzó un poco más de lo necesario la voz, pero su tono era como si estuviera hablando en susurros —. Los términos de nuestras "relación" siempre fueron complacer a mi querida tía en una única cosa y, mantener una fachada ante la sociedad. Nunca. En ningún momento fue mencionado el matrimonio. O lo que sea que te pudiese atar a mí, y a mis muchos millones ¿Entiendes?
El pelinegro, con tés aún más pálido de lo normal se inmutó. Con los ojos como platos varias personas en las mesas escena no dejaban de ver la escena con estupor. Solo se oían los murmullos, pero a Laura, eso era justo lo que menos le interesaba de momento. Era este el momento que había estado esperando hacía mucho tiempo. Prácticamente dos segundos de que habían comenzado.
—Tanto usted como yo sabíamos desde el principio que no llegaríamos muy lejos y demasiado que lo hemos hecho ¿O no era lo que le decías a tus ligues en su oficina? ¡En la oficina de mi edificio! —muchos dirían que estaba llegando muy lejos para el almuerzo, pero ella no se detendría—. Si hay algo peor que ser cabrona de novia es serlo de esposa. Y Yo. Con usted. Nunca. Seré. Tal —se puso de pie y llevó un mechón de cabello tras su oreja y dijo: — Ha sido un placer Sr. Cole. Podría ser un caballero y cancelar el almuerzo.
Sin más, hizo sonar sus tacones aguja- altamente-peligrosos fuera del establecimiento... tal vez no volviera al lugar en unas semanas. Pero por otro lado, se había deshecho de un verdadero idiota luego de cinco largos años de relación poco productiva en cuanto a sentimientos o cualquier otro sinónimo de una relación convencional.
Se permitió sonreír de camino a la oficina, donde ahora le importaría menos que nada que él estuviese al principio del pasillo –obteniendo placer de alguna pobre chica joven e ingenua -.
Carlos, el hombre cincuentón nada amargado —para ser padre de seis hijas y un hijo mayor, esposo con una mujer por el lapso en que los tuvieron a todos y aun en el presente—, aguardaba recostado del capó del Audi negro reluciente degustando una dona de glaseado de chocolate con chispas del mismo. Al verla se limpió el bigote –un poco estilo Hitler – las manchas de chocolate y dejó todo para abrir la puerta trasera a Laura.
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La Heredera |Raura|
Roman d'amourElla lo Ama, pero, quién es él... Él la ama, pero, quién es ella... En cada encuentro de placer, se sienten más vivos que nunca antes, en cada caricia encuentran en un desconocido el amor de nadie más.