LA PETICIÓN DE UNA MISION. CAPÍTULO VIII.II

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– ¡¿Qué...?! –preguntó totalmente impresionado el ángel Noel gritando de una manera tan sorprendida que ni el propio mago se podía creer–, ¡pero no podemos hacer eso! seriamos condenados eternamente al infierno con ese miserable del mal. –Le advirtió el ángel al mago muy preocupado he impresionado por lo que le dijo anteriormente el mago. 

– ¡Y entonces que es lo que sugiere! ¡¿Prefiere que la felicidad sea totalmente apartada de ese mundo?! –mencionó el mago al ángel con un tono alto de voz para comprender.

En eso el ángel Noel se queda totalmente pensativo con una mirada preocupada.

–No, realmente tampoco no ¡pero no sé qué hacer! –Decía alterándose aún más el ángel Noel.

–Pues entonces, se tiene que salir alguien de aquí del cielo, y descender a la tierra para ir a ver qué es lo que sucede. –Le aconsejó el mago Marcel al ángel una solución que tiene planeada para saber el misterio.

–Entones... ¿saldrá de aquí para ver qué es lo que sucede en el mundo humano? –Le cuestionó el ángel al mago aun preocupado por la situación.

– ¡¿Yo...?! ¡Oh... no...! –dijo el hechicero celestial por un momento.

–Menos mal mago Marcel. –Le mencionó el ángel con un poco de alivio en su preocupación.

–Tú irás a la tierra mi queridísimo ángel Noel. –Dijo el mago Marcel dándole una orden al ángel Noel.

– ¡¿Qué...?! –gritó muy alterado y sorprendido el ángel por lo que el mago Marcel le ordenó, estaba tan sorprendido, que su grito hizo ecos por el lugar.

–Es lo mejor, tú eres más rápido que yo. No te preocupes, yo me encargaré de que ni el creador ni nadie del mundo del cielo pregunten ni sospechen por ti. –Le dijo con una mirada decisiva y segura el mago Marcel de lo que había tomado.

– ¡No sé si hacerlo! –Habló el ángel Noel inseguro y con miedo por lo que haría.

–Tienes que hacerlo. Es lo mejor para todos. –Le aconsejó nuevamente el mago Marcel para que el ángel bajara al cielo.

El ángel se quedó pensando por un momento lo que le ordenó el mago Marcel, no quería, pues tenía miedo de enfrentarse a lo temible que estaba haciendo que la felicidad y la fe bondadosa de la tierra disminuyeran. Mientras pensaba, el mago Marcel lo iba alentando.

–Vamos, piénsalo bien, tú puedes decidir lo que tú quieras mi ángel Noel. –Mencionó una vez el mago Marcel–. Pero recuerda que si lo haces, puedes ser uno de los héroes próximos del cielo, salvarías este hermoso lugar.

Después de eso el ángel Noel abrió los ojos que tenía cerrados para pensar.

–De acuerdo. Está bien, yo iré a la tierra a averiguar lo que sucede con la felicidad. –Dijo el ángel Noel aun no totalmente seguro de lo que hacía y esperar no equivocarse.

–Excelente. Muchas gracias por tu decisión ángel Noel, cuando tengas alguna noticia o alguna pista, regresas de inmediato al cielo, no sé si pueda cubrirte durante mucho tiempo. –Mencionó con agradecimiento el mago Marcel aliviado por la decisión de Noel.

–Está bien mago Marcel. –Habló el ángel sintiéndose aún un poco inseguro.

–Ven, tenemos que ir al portal místico celestial. –Volvió a decirle Marcel un poco apurado al ángel Noel, por el tiempo que seguía transcurriendo.

– ¿Y qué es eso? ¿Dónde está? ¿Para qué sirve? –preguntó y preguntó el ángel Noel de una manera y expresión totalmente dudosa. Cuestionó con la inseguridad y la duda más clavada que hubiera tenido en su vida celestial.

EN BUSCA DE LA FEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora