EN CAMINO HACIA EL PORTAL MÍSTICO CELESTIAL. CAPÍTULO X

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Después de que las cosas en el planeta de los humanos se comienzan a complicar cada vez más, en los cielos eternos están el ángel Noel y el mago Marcel, que se encaminaron hacia el portal místico. Para poder viajar, ellos tenían que seguir un sendero de luces de estrellas y sin que se dieran cuenta, el elfo Emil los seguía cuidadosamente trepado sobre la paloma Alázul para saber, después de un pequeño rato celestial, el elfo Emil y la paloma, logran alcanzar al mago Marcel y al ángel Noel que volaban entre las nubes. 

–Mira Alázul, ya los alcanzamos, mira están allí. –Dijo el elfo Emil apuntando con una mano y con la otra, agarrado de la paloma.

Se miraban que entre las nubes del cielo, iban volando el mago Marcel sentado, flotando encima de su alfombra mágica de plata, y el ángel Noel con sus alas, desprendiendo rayos de luz.

–Vamos, ¡hay que alcanzarlos con cuidado Alázul! –dijo Emil y después de eso, la paloma se dirigía rápido pero silenciosamente para que los dos seres no se dieran cuenta.

En un momento, el mago Marcel y el ángel Noel, iban pasando sobrevolando la casa de bronce.

–Mire, ya llegamos. –Mencionó el ángel Noel al mirar la casa de bronce, pero de repente, se dio cuenta que al mago no le importó y siguió el trayecto–. Pero mago Marcel, ¡acabamos de pasar la casa de bronce! ¿no la miró usted? –preguntó el ángel Noel confundido.

–Exactamente, claro que la acabamos de pasar, pero simplemente yo no me dirijo a la casa de bronce. –Contestó el mago Marcel muy sobre su alfombra seguro.

– ¿Hacia dónde vamos entonces mago Marcel? –preguntó el ángel Noel sin saber con curiosidad, al ver que el mago Marcel iba sin importarle la casa de bronce.

–Pues hacia el portal místico para que vayas a averiguar porque la felicidad y la fe del planeta tierra se está yendo. –Respondió el mago contento.

– ¡¿Qué...?! ¡¿Ya vamos para allá?! –preguntó el ángel Noel completamente sorprendido por lo que dijo el mago Marcel.

–Así es... ¿por qué? –interrogó ahora el mago Marcel muy calmado.

–Pero usted dijo que primero iríamos a su casa, a la casa de bronce y después iríamos al portal místico celestial. –Afirmó el ángel Noel.

– ¿Yo dije eso? –cuestionó el mago Marcel con mucha disimulación.

– ¡Claro que sí, usted lo dijo! –agregó el ángel Noel afirmando con una voz fuerte pero no molesta.

–Pues mira, que distraído soy, porque yo no me dirijo a la casa de bronce, me debió haber dado amnesia en el camino para haberte dicho eso. –Dijo el mago Marcel con una pequeña sonrisa en su rostro.

– ¡Pero usted lo dijo en la carta que me mandó con la paloma Alázul! por eso me fui y desaparté de mis elfos. –Dijo el ángel Noel una vez más.

–Lo siento, pero tenía que obligarte de laguna manera para que vinieras conmigo hasta acá. –Argumentó el mago Marcel.

–Bueno está bien –decía el ángel Noel ya sin nada que hacer–, ¿y falta mucho para poder llegar? –preguntó un poco triste.

–No, no falta mucho, pero la prueba para llegar hacia el portal místico celestial está muy cerca. –Mencionó el guardián de la magia blanca con una sonrisa de una atrevida aventura.

¿A que prueba se refería el mago Marcel cuando habló sobre el portal místico celestial?

–Y.... ¿está... muy cerca? –volvió a preguntar el ángel Noel nuevamente con miedo y curiosidad.

–No tanto, bueno para los humanos no, ya vez que un día para ellos es como un año para nosotros. –Dijo solamente serio el mago Marcel.

– ¿Es enserio? –dijo muy sorprendido el elfo Emil en la paloma quien iban ya casi detrás de ellos–. No sabía que poco tiempo para los humanos es mucho para nosotros. Pero no entiendo, ¿cómo es que no sabemos nosotros eso si también fuimos humanos?

– ¿Enserio es tanto tiempo? –preguntó igual de sorprendido que el elfo el ángel Noel.

–Así es ¿por qué crees que nosotros tenemos vida eterna? porque nuestro tiempo realmente es muy raro aquí en el cielo, pertenecemos a una dimensión distinta o diferente a la de los seres vivos de la tierra. –Agregó el mago Marcel haciendo con intensión que el ángel se entusiasmara por llegar al portal místico celestial.

– ¡Qué raro es el cielo! –se mencionó el elfo Emil–, pero también es muy hermoso. Pero ahorita debo de enfocarme en ver qué ocurre, vamos Alázul hay que ir mas adentro. –Decía el elfo y la paloma lo obedecía y trataba de acercarse más cuidadosamente.

–Bueno mejor enfoquemos a llegar al portal. –Dijo el ángel Noel mientras miraba por el cielo.

En un instante, comenzaron a ver un montón de nubes brillantes y luminosas a lo lejos del cielo, que estaban completamente difuminadas sobre una montaña enorme, la cual parecía como si fuera una isla, pues salía de un enorme y gigantesco lago de agua bendita que daba hogar a muchos seres acuáticos que nadaban entre el lugar, y se podía observar un camino de piedra zudita que conectaba la montaña con tierra firme, aunque el camino se tornaba de color turquesa al estar con el agua.


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