Catorce - Juguemos (EDITADO)

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Martes al mediodía

Brooke estaba sentada en la recepción de su terapeuta, hace unos días se había cruzado con ella en el instituto Walcott, ella era directiva del profesorado de psicología junto a Wallace y desde entonces asistía a sus sesiones. Mientras esperaba, jugaba con la pulsera que le había regalado Nicholas cuando salían, esta apenas se aferraba a vivir.

- Brooke. Pensé que hoy no vendrías.- Dijo Kristen Lang sorprendida, cargando una pila de libros hacia su oficina.

- No iba a venir, pero necesitaba venir.- Se excusó ella con la mirada perdida.

Le ayudó a abrir la puerta y Lang dejó caer los libros sobre un sofá viejo junto a la puerta. El lugar era pequeño pero acogedor, Kristen era maravillosa haciendo su trabajo y tenía características típicas de una terapeuta; siempre vestía de oficina y llevaba el cabello atado en una cola de caballo, las facciones de su cara eran delicadas y pequeñas.

Ella rodeó el escritorio y se sentó en su cómoda silla con rueditas, Brooke se sentó frente a ella en una silla estática.

- Estoy convencida de que no quieres hablar de tu padre o tu madre, después de lo que pasó. ¿Así que porque estás aquí, cariño?- Kristen se acomodó y guardó algunos papeles que estaban desparramados en el escritorio.

Brooke se mordió el interior de la mejilla y comenzó. Sabía qué palabras debía utilizar y qué cosas debía decir y que no.

- No me siento segura ni en mi propia casa. A veces solo quisiera armar las maletas e irme lejos, lejos de mi problemática familia. Estoy tan cansada de todo, solo quiero huir.- Carraspeó y luego comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos.- ¿Si no me siento segura ni en mi casa como se supone que deba sentirme segura conmigo misma?

Kristen le acercó la caja de pañuelos y sintió pena por ella.

- No puedes vivir huyendo, Brooke. Sé muy bien como te sientes, lo que viviste y las cosas que están pasando ahora... debes permitirte sentir esa tristeza. Algún día todo va a acabar.

- Cuando todo acabe, también acabará conmigo.- Se secó las lágrimas y su maquillaje se perdió poco a poco.

- ¿Y si intentamos algo nuevo?- Le sugirió ella.

Kristen Lang abrió un cajón y sacó un papel y un bolígrafo. Escribió algo con rapidez y lo arrastró hasta ella.

- Tengo una conocida en el departamento de farmacéutica que podría ayudarte. Son antidepresivos. Los necesitas y no es algo malo.- Explicó cerrando el cajón y entrelazando sus manos, esperando una respuesta.

Brooke dudó un minuto, pero con tantas cosas sucediendo a su alrededor tomó el papel y lo metió en el bolsillo de los jeans ajustados que llevaba. Se ajustó la blusa y continuaron hablando de otras cosas.

Cuando pasó la media hora, Brooke se reincorporó y caminó hasta la salida, Kristen la acompañó.

Cuando la puerta se abrió, Brooke se llevó una gran sorpresa cuando vió a Natalie sentada junto a la puerta.

- ¿Qué haces aquí?- Inquirió Brooke intentando ocultar su tristeza, pero su rostro era un desastre.

- Tiene cita conmigo, creo que ella va al mismo instituto que tú.- Kristen sonaba despreocupada detrás de ella.

Brooke iba a hablar pero solo la fulminó con la mirada y se alejó.

- Nos vemos la próxima semana, Brooke.- Escuchó decirle Lang por detrás.

Natalie entró y la puerta se cerró tras ellas. Brooke iba a buscar los antidepresivos.

Pero recibió un mensaje antes de salir del edificio. Obviamente era de Ghostface.

"Rostros conocidos vemos, secretos oscuros no conocemos."

Tarde

Nicholas estaba esperando fuera de su casa, la seguridad de la mansión Maddox se había triplicado y eso estuvo en boca de todos. Incluso habían cortado la calle y ningún periodista podía acercarse. Brooke agradeció no tener que lidiar con Katie Barrels, un ser insoportable.

- Hey, estuve llamándote sin parar. Me preocupé.- Dijo este mientras Brooke abría la puerta con una tarjeta metálica en un dispositivo de seguridad junto a la reja, y entraron.

Ella saludó a los guardias y anunció el nombre de su amigo, por si sacaban un arma y le disparaban a quemarropa.

Se arrastraron a través del sendero rodeado de arbustos y fuentes de agua, hasta llegar a la puerta.

- ¿Por qué estás aquí exactamente, Nicholas?

Abrió la puerta y entraron. El vestíbulo aún formaba parte de la escena del crimen de lo que pasó ayer.

- Quería... Bueno, honestamente no sé cómo vas a tomarte esto, pero me gustaría que vengas a vivir conmigo. Será temporal. Ghostface no puede matarnos si estamos juntos.- Luego de lo que había sufrido Brooke la noche anterior, tuvo que contarles a sus amigos que todo estaba volviendo a ocurrir y fue algo desagradable. Ni Jason ni Nicholas le creyeron al principio, creían que se trataba de una broma de un idiota del instituto, pero Brooke ahondó más contándoles del mensaje que recibió hace dos meses en la estación de policía. Además que el asesino iba directo a matarla la noche anterior.

- Está bien.- Asintió Brooke mientras subían las escaleras hasta el segundo piso.

- ¿Qué?- Escupió él sorprendido, como si no esperara que ella acepte.

Pero las cosas habían cambiado, otra vez. Y los cambios te cambian a ti también, como solía decir Lang.

- Creí que no aceptarías y me mandarías a la mierda.

- Ayudame a preparar las maletas.- Se rió y sintió un éxtasis de felicidad, no sabía si era por los antidepresivos o porque por fin se iría de su casa.

Cuando su padre llegue de la conferencia de prensa, se llevaría una gran sorpresa. Su hijita querida finalmente había decidido irse. Sería un golpe bajo.

Media hora más tarde, ambos se marchaban por la puerta grande. Cada uno cargaba dos maletas.

Caminaban a través del sendero en el momento justo que su padre entraba con su Corsa. En cuanto la vió, salió corriendo hacia su hija.

- ¿Qué es todo esto, Brooke?- Inquirió aunque ya sabía de qué se trataba.

- Esto es mi partida, padre. Siempre que cometes un error me salpica a mí, ya estoy cansada. Y si es cierto lo que le hiciste a mamá, ojalá pagues.- Le dijo apenas mirándolo y mordiendo los dientes. No había lágrimas.

Se arrastró lejos de él y Nicholas la siguió.

- Esto es todo tu culpa. Jamás debí dejarte entrar a esta casa. Tú y tus padres jamás debieron entrar a nuestras vidas...- Escupió mirándolo con desprecio.

- En realidad todo esto es tu culpa.- Le dijo acomodándose la melena castaña y ondulada, y siguió a Brooke. 

Quinn sintió una punzada en el pecho mientras los veía irse.

- ¡No dejen que se vaya!- Gritaba mientras se dejaba caer al suelo y lloraba.- ¡Que no se vaya!

Pero Brooke y Nicholas ya se habían subido a un taxi que los esperaba junto a la acera.

El taxista arrancó y el coche se alejó en lo profundo y silencioso de la tarde.

- ¿A quien le escribes?- Inquirió Nicholas en la parte trasera viendo que sacaba su teléfono móvil.

- A Ghostface.- Anunció ella apretando enviar.

"¿Querías jugar? Entonces juguemos."

Ella apoyó las manos en su regazo, exhaló profundamente y suspiró en la parte trasera del taxi.

- Todo va a estar bien.- Nicholas colocó su mano sobre las de ella y le sonrió.

Scream: Final CutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora