Quince - Culpa (EDITADO)

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Martes a la tarde

Dicen que la culpa pesa más que cualquier cosa, incluso más que la muerte de un ser querido. La culpa no es algo que pueda borrarse con el paso del tiempo, la culpa te consume hasta los huesos.

Para Judie no fue diferente, tras lo sucedido, su destino fue bastante bueno considerando todo lo que hizo.

- Tienes visitas.- Le anunció uno de los encargados del Centro Sanderson, era el mismo lugar donde la madre de Brooke, Monica, había acabado.

El lugar tenía paredes blancas de ladrillo y se alzaba con bastante elegancia. Por dentro no era tan extravagante, pero de todas formas, tenía un patio amplio donde uno podía distraerse. Había gente que estaba de paso, otra en cambio, como Judie iban a estar un largo tiempo allí.

Judie caminó por el pasillo rodeado de puertas en los laterales, que conducía a distintas habitaciones.

Llegó finalmente al salón de visitas.

Allí, Judie era otra persona. Había dejado de lado a aquella niñata adolescente que solo le preocupaba tener novio y sus estudios terminados, de hecho había dejado de serlo hace mucho tiempo.

Paul estaba frente a ella, desconociendola por completo. Aquella ya no era su hermana. Tenía el pelo corto y un flequillo improvisado, sus ojos almendrados se habían convertido en dos cuencos vacíos con una mirada completamente perdida.

- Ha pasado un tiempo largo, hermana.- Anunció este cuando ella tomó asiento en una de las mesas.

Dos guardias permanecían a corta distancia custodiando la situación.

Su tía estaba junto a él, y Judie apenas reparó en ella. Era una reconocida reportera de Wilcott, Katie Barrels. Pero ese día no era reportera, era una tía preocupada.

- ¿Por qué no viniste a verme todo este tiempo?- Inquirió su hermana intentando focalizarse en él y alcanzar su mano a través de la mesa.

Paul ya no era el mismo tampoco.

- ¿No crees que ya he sufrido demasiado aquí? Creí que me entenderías.

- ¿De qué hablas, Judie? Arruinaste mi vida.- Murmuró este con un nudo en la garganta.

Katie comprendió que haber ido fue una mala decisión.

- Lo siento. Va a llevar un tiempo, pero algún día vas a entender mi dolor. Tía Katie.- Judie le sonrió con vehemencia.

Su tía le tenía miedo, y solo ansiaba que todo acabe y volvieran a la casa.

- Me he estado quedando con ella, también tuve que cambiarme de colegio. Todos me trataban de bicho raro. Viví un infierno por tu culpa.- Indicó Paul bajando la mirada para no cruzarla con la de su hermana.

Judie contuvo las lágrimas y se pasó la lengua por los dientes.

- No sé qué decir. Yo no disparé el arma que mató a papá.- Impuso ella en su defensa.

- No lo hiciste, pero fue tu culpa. Todo fue tu culpa y tú arruinaste mi vida, nuestras vidas. Las de tus amigos.- Sentenció Paul mirando a su tía.

Era hora de marcharse. Cuando ellos se fueron y la dejaron sola, Judie se guardó el llanto y se levantó.

No hizo falta que los guardias la escoltaran, ella sola caminó hasta su habitación.

Su compañera de cuarto no estaba, así que se metió dentro de las sábanas y compensó su dolor sosteniendo una foto que se habían sacado en El Gran Cañón los tres. La apretó contra su pecho y lloró.

Noche

Se despertó de golpe. Ya era la hora y casi se quedaba dormida. Tenía que pasar ese día o sino deberían esperar al fin de semana, que era cuando la guardia cadete intercambiaba turno con la guardia novata, esta era bastante fácil de disuadir.

Se cambió de ropa y vió a su compañera, Cindy durmiendo profundamente a causa de la medicación que tomaba. Al principio no le agradaba, pero con el paso del tiempo logró congeniar con ella. Cindy tenía sobrepeso, y eso era suficiente para que sus bullys se la agarraran con ella. Un día, el día, ella fue a la escuela y los mató cuando estos se encontraban en sus casilleros sacando libros. A Judie le gustaban ese tipo de historias, dónde las víctimas se defendían y luego acababan en lugares así. Esa última parte no le gustaba tanto.

Se las ingenió para abrir la puerta con una ganzúa improvisada y salió. Sigilosamente logró esquivar a la guardia y subir las escaleras que la llevaban al tejado.

Allí estaría esperándola.

Cerró la puerta con cuidado y avanzó. El viento comenzó a ondear con más fuerza. Allí estaba, de espaldas y con la ropa de Ghostface.

- Te tardaste.- Le dijo la persona con el disfraz.

- Lo sé, es que no tuve un buen día.- Se defendió Judie abrazándose por el frío.

- No importa. Quería verte, hace mucho tiempo que no te veo.- Murmuró la persona dándose la vuelta.

No llevaba la máscara de Ghostface y cuando se vieron cara a cara, Judie sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo. También había cambiado mucho.

- ¿Y qué quieres? En tus cartas no especificaste mucho. ¿Quieres saber de Brooke? ¿De Jason? ¿De Nicholas? ¿De aquel policía, Michels?- Intentó descubrir Judie.

Temía que en cualquier momento Ghostface sacara un cuchillo y comenzara a apuñalarla.

- No es de eso de lo que quería hablar, bueno no específicamente. Dejaste demasiados cabos sueltos, y por eso estoy aquí.

- ¿Vas a matarme? ¿Después de todo lo que hice para ayudarte?- Judie comenzó a retroceder, atemorizada.

Ghostface era intimidante.

- Esto es necesario, tú me ayudaste a mí y yo te ayudaré a ti.- Dijo avanzando hacia ella.

Los miedos de Judie se estaban haciendo realidad.

- ¡Jamás debí confiar en ti!- Gritó esta con la voz temblorosa, justo al borde del tejado.

Se asomó: la caída era dolorosamente brutal.

- No te pedí que lo hicieras. Nunca.- Solo bastó con que Ghostface avanzara para que Judie diera un mal paso.

Ella cayó del tejado hacia el suelo del patio. Una caída para nada buena y que de seguro rompería muchos huesos, incluso acabaría con su vida.

Ghostface se asomó y la vió. El viento agitaba su ropa, y sintió una leve relajación por todo su cuerpo cuando Judie dejó de moverse.

Se marchó.

Scream: Final CutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora