Capítulo 01: "Conociendo"

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Gruñí al escuchar el maldito sonido de la maldita alarma, con mis ojos totalmente cerrados intento apagarla, mis torpes manos salen de la cama estirando mis brazos hasta llegar a la mesita de noche que no se encuentra muy lejos de donde estoy.

Siento el círculo de plástico rozar con mis dedos, con mis pocas fuerzas oprimo el botón evitando así, que deje de retumbar el estruendoso sonido de la alarma en mis oídos y habitación.

Suspiré con alivio al dejar de escuchar ese sonido dejando en perfecto silencio el lugar, me remuevo entre las cómodas sábanas de mi suave cama, no quiero levantarme, lo que más deseo es quedarme en mi cama.

De todos modos debo levantarme. Conoceré el instituto en el que pasaré algunos años de mi vida estudiando para después en el futuro tener que trabajar como esclavo para algún humano.

Triste realidad.

Aunque todavía no sé ni que quiero ser en la vida. Abrí mis ojos cansados y llenos de sueño, lo primero en mi vista es el techo totalmente blanco que yace en mi habitación, froto mis ojos con mis manos y pestañeo varias veces despertando mi cuerpo.

Me levanto de un salto de mi cama, descalza camino sobre la pequeña alfombra que la rodea, me coloco mis cómodas pantuflas negras y camino hacia mi baño para asearme e intentar hacer que mi rostro no le cause un paro cardiaco a alguien.

Termino de, según mi ser "arreglarme" y salgo del baño dirigiéndome a mi closet, busco un atuendo que me guste, me vestí rápido ya que el tiempo se me acababa. Salí disparada de mi habitación recorriendo el pasillo lleno de habitaciones, bajo las escaleras y me dirijo hasta la cocina ya que mi estómago no tardó en exigir comida.

Llegé a la cocina y el olor a hotcakes se aloja en mis fosas nasales, me deleito entre el delicioso aroma, mi madre frente a la estufa significa felicidad para mi boca y estómago, soy muy torpe en la cocina que hasta el agua se me quema.

Okey no tanto así.

--Buenos días Lydia-- saluda mi madre con una radiante sonrisa al verme --Buenos días-- hablé soñolienta abriendo la nevera sacando un cartón de jugo de naranja, tomo un vaso y me sirvo jugo en él dando un trago.

El sonido de mis bobos hermanos acercándose se hace evidente en toda la casa, por Dios, parece que una manada de elefantes hambrientos corren hacia la cocina, blanqueo mis ojos haciendo que a mi madre se le escapara una leve risa.

--¡MUÉVETE INÚTIL!-- vociferó el bobo mayor, Pedro.

--!AUCH ME PISASTE! FÍJATE ANIMAL-- recrimina mi mellizo.

--¡QUÍTENSE BOLAS DE MIERDA!-- gritó Pablo, el del medio.

Bufo con fastidio al escucharlos acercarse, hasta que finalmente entran a la cocina empujándose como simios en la puerta cayéndose en el suelo por su gran torpeza, los tres bobos se levantan y le sonríen como niños pequeños a mi madre que los mira cruzada de brazos.

Me siento a la mesa en la silla esperando con ansias los hotcakes, los tres hermanos se sientan al igual que yo, Diego con el que tuve que compartir el vientre de mi madre durante nueve meses, comienza a jugar con una pelota que sacó de la bolsa de su suéter, chasqué la lengua al verlo cruzándome de brazos ya que la tonta pelota emitía un chillante sonido al momento que mi hermano la apretara con sus manos.

Sentía que la cabeza me iba a explotar, Diego que se encontraba al frente de mi vista sabía que ese sonido me molestaba y con más gusto siguió aplastando esa pelota, Pablo y Pedro miraban la escena con diversión. Enojada me acerco a Diego y le arrebato la pequeña pelota azul arrojándola fuera de la cocina.

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