Subimos todos a la camioneta blanca de mi padre.
Mi mamá me había dicho que los Willson viven en otra casa un poco lejos de la nuestra, ya no serán nuestros vecinos como antes, lo cual me bajó un poco el ánimo, me encantaría si volvieran a serlos.
Eran las 9:15 p.m cuando llegamos a aquella casa, el camino fué breve, no muy largo.
Su casa era muy linda, era de color crema con unas ventanas grandes, mucho más espaciosa que la nuestra.
Tenía un hermoso jardín con muchas flores alrededor de un camino que daba a hacia la entrada.
Bajamos de la camioneta y ahí estába la señora Rebecca con una gran sonrisa al igual que todos, comenzamos a acercarnos a ellos.
Mi madre rapidamente abrazó a la señora Rebecca ya que eran amigas del alma, inseparables desde niñas.
Mi padre saludo al señor Willson con un saludo raro que hacían desde que estaban juntos en la primaria.
Y yo pensaba que los amigos por siempre no existían.
Miraba la emotiva escena con una sonrisa, hasta que mi vista dió con aquel chico castaño que sonreía mostrando sus dientes en el umbral de la puerta.
Extrañaba esa sonrisa tierna, su escencia, su voz, su risa, todo de él. Hasta mis ojos osaron en cristalizarse, tanto tiempo y ahora está aquí, frente a mi.
Corrí hasta él, y en cuestión de segundos, yacía envuelta en sus brazos y en su aroma que fué un placer vivo volver a llenarme de el.
--Adam, no sabes cuánto te extrañé-- chillé besando su mejila sin soltarlo.
Rayos, hasta extrañaba pronunciar su nombre.
--Yo te extrañe aún más mi pequeña Ly-- susurró.
"Ly" ese es el apodo que él me dió y nada más él me puede llamar así según sus palabras, se sentía bien que lo hiciera.
--Ya no tienes esa voz de niña-- fruncí mi cara y el rió --¿Qué te pasó?.
--Ya dejé de ser un niño, ahora soy un hombre.
Reí casi estallando a carcajadas.
--Si tú lo dices-- hablé sarcástica.
--Hey.
--Sigues siendo un niñato.
--Y tú una nenaza que le gusta my little pony.
--¡Eso era un secreto! Ya no te contaré nada.
--Ajá.
--Aish.
No contaba los minutos que pasábamos abrazados, no tenía ninguna intención de soltarlo, sus brazos en mi cintura, los míos en su cuello, quería mantenerme así
--Oye, crecíste, siempre yo fuí la más alta-- refunfuñé.
--Y decían que iba a quedarme enano por el resto de mi vida.
--¿Cómo nos llamaba tu padre? "Blancanieves y mocoso"-- hablé entre risas.
--¡No es gracioso!-- chilló indignado.
--Eemm...Muchachos ya pueden entrar por si no lo sabían-- habló Rebecca en un tono apacible.
Nos separamos rápido al oírla y yo intentaba no lucir nerviosa.
--Déjalos mujer, que no debemos intervenir en el amor juvenil, aparte no se han visto en años por Dios-- reprendió su esposo entrando a la casa.
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Bajo las Estrellas
Teen FictionUno no deja su pasado. El pasado nos sigue, porque fuímos y somos parte de ello. Puedo volver a sentir esa punzada en mi pecho, y el sabor metálico de la sangre resbalarse por mis labios, el dolor en mis piernas, y la sensación de caer en cualquier...