Con un bufido y con mis ánimos hasta el suelo despierto irritada por el fuerte sonido de la alarma y además, por un inepto que brincaba sobre mi cama con mucho entusiasmo.
--¿Qué rayos?...¡Baja de mi cama Diego!-- grité empujándolo haciendo que este cayera de golpe con su trasero .
--¡Auch!.
Resoplo quitándo las sábanas que cubrían mi cuerpo levantándome en instantes. Busco mis pantuflas con la mirada y me las coloco al encontrarlas. El bobo se levanta sobándose mientras me miraba mal, volteo y le saco la lengua infantilmente recibiendo de su parte el dedo del medio de su mano derecha.
--Apúrate, no quiero llegar tarde por tu culpa.
--Ni quiri lligar tardi pir ti culpa-- lo imito con una voz chillona, él cruza el umbral de la puerta y se pierde de mi vista.
Primer día, espero que no pase otros de los momentos "Lydia" esta vez. ¿Cómo fué que los pocos días de libertad que me quedaban se hayan ido y esfumado en un abrir y cerrar de ojos?.
Respiro hondo y profundo, sólo es cualquier día, no hay porque temer, trata de parecer lo más normal y sé tu misma. Me lavo el rostro y los dientes en mi baño, veo mi reflejo en el espejo y río para mi mísma al ver como un rebelde cabello se para sobre mi cabeza dejando un pico.
Parezco un troll.
Me coloco una camisa blanca y unos jeans, veo la hora en el reloj que colgaba en la pared mientras abrochaba los botones difícilmente de la camisa, quedaba poco tiempo, peino mi cabello rebelde a la carrera y me coloco mis converse dando pequeños saltos hacia la puerta con mis manos en las cintas.
Con mi mochila en la espalda que me hacía sentir como una tortuga, salgo de prisa.
Bajando las escaleras me topo con los tres bobos que se dirigían a la cocina, los sigo detrás y entramos presentándose ya el desayuno listo sobre la mesa.
Amo a mi madre.
Me siento a la mesa deborando la barra de pan tostado con margarina en este que yacía sobre el plato, doy un largo sorbo al vaso con jugo de naranja y exhalo con gusto. Todos comíamos rápidamente, Pedro apresurado por llegar temprano a su empleo y Pablo al igual que nosotros por no llegar tarde al instituto.
--Nos vemos mamá te quiero-- farfullé con la boca llena de pan pareciendo una ardilla, me levanto de la silla y con pasos rápidos salgo de la cocina dirigiéndome hacia la puerta principal de la casa, escucho las pisadas de Diego a mis espaldas y concuerdo en que me sigue.
Frunzo el ceño y un ligero mareo siento al ver como los brillantes rayos del sol golpean mis ojos al salir, remuevo mi cabeza y sigo caminando entre el jardín delantero hasta llegar al auto de mi hermano que se encontraba estacionado a la orilla de la calle, espero a la puerta del copiloto a que Diego llegue del otro lado del auto, veo como introduce las llaves quitándo el seguro de las puertas.
Nos subimos en el auto rápido poniéndonos en marcha al instante, me siento más calmada al ver como pasábamos por las calles, pero sin embargo, comienzo a impacentarme porque literal, Diego aceleraba a paso de tortuga.
Dios, como quisiera tener un auto.
--Vámos, acelera-- hablé gruñona
--No, mi bebé necesita cuidado.
Rodeé los ojos y bufé con fastidio cruzándome de brazos.
--No, lo haces porque tienes miedo de ir rápido.
Ríe a carcajadas y me mira divertido.
--¿Eso crees changuilla?
Junto mis cejas y aprieto mis puños al escuchar decirme de esa forma que siempre odié, de los tantos apodos que me asignaban los bobos, ese siempre se ha ganado una mayor parte odio en mi corazón.
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Bajo las Estrellas
Novela JuvenilUno no deja su pasado. El pasado nos sigue, porque fuímos y somos parte de ello. Puedo volver a sentir esa punzada en mi pecho, y el sabor metálico de la sangre resbalarse por mis labios, el dolor en mis piernas, y la sensación de caer en cualquier...