JARED MILLER
Estar algo entusiasmado por volver a ver a la chica que tuvo la osadía de abofetarme, era más latente que el hambre que cargaba.
Intento calmar el rugir de mi estómago, nuevamente el tiempo no me daba oportunidad de tan siquiera tomar un trago de agua.
Camino con mi mochila sobre mis hombros, saco un dólar de mi billetera al haber llegado a la máquina expendedora que se encontraba en el pasillo. Aún faltaba algo de tiempo para que las clases empezaran.
Tomo las galletas de chocolate y doy media vuelta, observo las personas pasar pero no logro dar con la cabellera castaña.
Chasqueo la lengua al no hallarla por ningún lado, vuelvo a mi búsqueda recorriendo otro pasillo de casilleros topándome con Alex.
--¿Qué tanto buscas?-- pregunta frunciendo el entrecejo con una ligera sonrisa, su cara de pervertido ya me es tan diario verla.
--Nada que te importe-- respondo a secas mirando por detrás de su hombro.
--De acuerdo de acuerdo, pero si es la castaña del otro día, la ví pasar por hallá-- indica hacia el corredor de la derecha con su dedo alzando una ceja.
Paso de su lado seguido de escucharlo, decido ir hacia donde señaló, espero que lo que haya dicho sea verdad y no una estúpida broma.
LYDIA
Intento no apretar demasiado fuerte las muñecas de las piscópatas que tengo por amigas, ellas siguen mi paso apresurado torpemente mientras tropezaban casi cayendo.
Entro a la cafetería escuchando sus quejas y murmuros acentuando su confusión en porqué las arrastré hasta aquí.
La razón es más clara que el agua, el idiota de Jared. Es mejor evitarme de su presencia, y así no tener que sufrir de --si se podría llamar así-- "acoso".
Ya que no soy de las chicas que les atraiga ese rubio grosero sin vergüenza.
Lo sé lo sé, estoy sonando como toda una anciana enojada. ¡Pero lo estoy!.
--¿A qué rayos nos trajiste aquí?--Suzzet pregunta ceñuda y molesta.
La imágen de verlo entrar por las puertas del instituto se cuela por mi mente, cerré mi casillero como una loca e huí como una cobarde.
--Solamente porque si, y si, punto-- recrimino cruzándome de brazos.
Ambas me observan entrecerrando los ojos.
--¿Qué sucede? Sabes que puedes contárnoslo todo-- habla Sofía tomando mi hombro.
Permanezco en silencio ya que no estába dispuesta a decírles que ese tipo vió mis pechos. Vaya que cosas tan vergonzosas suceden en mi vida. Imagino que eso sólo me ha pasado a mi, y nada más.
Lo primero que escucharía al contarles serían sus risas de foca con retraso.
--No sucede nada-- respondo, no me queda más que mentir.
--¿Ya te llegó Andrés?-- cuestiona frunciendo sus cejas.
--No.
--¿Estás embarazada? Oh, si es eso Lydia, yo aún no estoy lista para ser tía...
--¡No!-- me apronto a decir mirándolas con horror.
Ambas bufan al no acertar con ninguna de sus teorías sobre mi acción. El sonido del timbre resuena.
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Bajo las Estrellas
Novela JuvenilUno no deja su pasado. El pasado nos sigue, porque fuímos y somos parte de ello. Puedo volver a sentir esa punzada en mi pecho, y el sabor metálico de la sangre resbalarse por mis labios, el dolor en mis piernas, y la sensación de caer en cualquier...