--Esta es la biblioteca del plantel, aquí podrán sacar libros cuando ustedes quieran, claro, obviamente en el horario de abertura-- informó la amable viejita que por cierto es la supervisora mientras seguíamos caminando por los pasillos de Roosevelt.
Esto ya me estaba aburriendo, mis pies dolían como si estuviera caminando sobre vidrios rotos y ni hablar del sueño que hacía que muy apenas pudiera mantener mis ojos abiertos, ahora tendré que soportar tener que verme a el espejo pero ahora con ojeras de mapache.
Sal corriendo y di que tienes diarrea
Por unos minutos medité el plan de mi consciencia pero no tenía demasiadas ganas de correr.
Floja.
Ahora sólo debo resignarme y tener que prestar mucha atención para saber dónde están los baños y fugarme en clase, para mis necesidades claro.
Aparte mentirosa.
Calla consciencia mía.
¿Tener que estar en una fila de humanos caminando como tortugas observando cada rincón de este edificio mientras que un chico gótico detrás de ti esté olfateando cada centímetro de tu piel? o ¿tener que estar en casa y dormir?, prefiero mil veces la segunda opción.
--¿Podrías dejar de olfatearme?.
¿Está olfateándome o respira como perro?
El gótico me mira con recelo y comienza a mirar hacia la nada, me vuelvo a girar y tengo mi vista puesta en el frente.
Sólo son unos cuantos minutos más caminando Lydia. Siento escalofríos que recorren toda mi piel poniéndola de gallina.
¿Alguna vez han sentido que alguien tiene su vista puesta en ustedes? Bueno ese es mi caso, siento que alguien está observándome, sigilosa dirijo mi vista hacia los lados. Otro humano con su vista puesta en frente, otro con su vista puesta en el trasero de una chica.
Asco.
Otro chico pero atractivo mirando de una forma no muy linda a una chica de lentes, y no encuentro dos ojos en mi.
Extrañamente e involuntaria, volteo un poco la cabeza mirando hacia atrás, un chico castaño está riendo y al lado de este está ese chico rubio de la mañana, y evidentemente estába observándome.
Que miedo.
Mi vista cae en sus ojos que de alguna forma me hizo temblar, tiene un brillo en ellos que me hace sentir tan frágil, mi corazón comienza a latir con irregularidad al ver que no deja de quitar su vista de mi.
¿Qué es esto? ¿Miradas azucaradas?.
Su mirada es dulce pero a la vez amenazante y seductora como si estuviera recorriendo cada parte de mi cuerpo con sus profundos ojos, se me eriza la piel al ver como relame sus labios con la punta de su lengua.
--Cuidado señorita Stone ¿se escuentra bien?.
--Si estoy bien, lo siento.
Contesté queriendo que la tierra me tragara de una vez, un mal juego en mi cerebro, que estúpida, por estar viendo a ese chico me tropiezo casi cayendo soltando algunas risas de la bola de humanos que me rodea.
Y la vergüenza me mata al ver que el rubio se ríe de mi torpeza, mis mejillas enrojecen tal cual como el color de un tomate, pero un muy lindo tomate. Sigo caminando con mi hermano al lado de que no deja de reírse bajo.
--Cállate idiota-- hablé entre dientes haciendo que este se callara por unos instantes pero nuevamente comienza a reírse, esto quedará grabado en la memoria del bobo número tres ya que le encanta hacerme recordar malos momentos de mi vida.
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Bajo las Estrellas
Novela JuvenilUno no deja su pasado. El pasado nos sigue, porque fuímos y somos parte de ello. Puedo volver a sentir esa punzada en mi pecho, y el sabor metálico de la sangre resbalarse por mis labios, el dolor en mis piernas, y la sensación de caer en cualquier...