Epílogo

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Cruzo la calle llegando a la acera peatonal que rodeaba el parque, no era muy tarde para caminar de noche.

Mi visita a la casa de Sofía se resume a hacer noventa y ocho por ciento de tonterías y dos por ciento de tareas pendientes de vacaciones.

Fué triste el hecho de que ella me haya preguntado por Adam, no lo he superado, no me contuve a llorar haciendo sentir mal a Sofía, aún siento el vacío que dejó, después de todo lo que llevo de vida, de tantas facetas que lo tuve a mi lado, se marchó.

Fué lindo de mi amiga querer animarme un poco, vaya que lo hizo, por unas horas.

Mi celular vibra y suena dando señal a que alguien llamaba, lo saco rápido del bolsillo de mi suéter y leo la pantalla con una ligera sonrisa y lo acerco a mi oreja.

--¿Qué quieres ahora?-- hablo sonando molesta e impaciente sin detener mi paso.

--¿Así es como le hablas a tu novio niña? Que inrespetuosa-- se queja haciendo que rodara los ojos intentando no reírme.
--Sólo te llamaba para invitarte a salir...mañana por la noche.

--¿En dónde y a qué hora?-- pregunto dando vuelta a la derecha entrando a el vecindario.

--Así me gusta, a las siete, pasaré por ti, debo irme-- informa pícaro.

--Espera ¿a dónde me llevarás?.

--Es una sopresa, adiós cariño TE AMO-- farfulla para después colgar.

Resoplo casi bufando al no haber contestado mi pregunta, ya debo acostumbrarme a ello.

Me dijo "te amo".

No es momento para chillar de la emoción Stone.

Saco las llaves de mi mochila al estar en la puerta de mi hogar, la abro entrando con dolor en mis hombros por cargar tantos libros que no utilicé en toda la tarde estando con Sofía.

Me saco la mochila y la arrojo a un lado con agresividad cerrando la puerta.

--¡Lydia no azotes la mochila contra el suelo!-- sentencia mi madre desde la cocina.

--Perdón-- me disculpo caminando hacia mi habitación pareciendo un zombie.

Paso por el living y veo cómo mi padre está sentado en el sofá viendo las noticias con los tres bobos a los lados.

No dudo en que el trío hizo una que otra estupidez y por consecuencia fueron castigados.

Ya era hora. Por eso amo a mi Padre.

Unas inmensas ganas de tener poderes y poder volar se dieron al llegar a las escaleras. Las subo con un esfuerzo sobrenatural lo más rápido que pude.

Entro a mi habitación oscura, encuentro el interuptor y enciendo las luces que no tardaron en iluminar cada rincón del lugar. Respiro el aroma peculiar que envuelve mi habitación, me encanta el olor a manzanilla.

Me quito los zapatos que no dejaban a mis pies estar en perfecta libertad dejando a la vista mis calcetines negros. Me reincorporo en mi lugar y dejo mis suéter en mi armario.

Abrí mis ojos con asombro y quedo atónita al ver lo que se hallaba sobre mi cama.

Un grito ahogado se me escapa, no podía ser real.

¿Cómo es que...? Oh rayos.

Estába inmóvil, observaba con nervios, el temblor en cada zona de mi cuerpo no tardó en aparecer, un escalofrío recorrió mi espalda.

Me acerco dudosa, y más que intrigada en saber lo que se encontraba en la carta de papel blanco que yacía al lado del telescopio, su telescopio de años.

Bajo las Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora