1. Rechazo

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Paris se encontraba iluminada por el brillo de la noche, resaltando la belleza de la ciudad del amor, cada foco de luz contrastando la arquitectura de los monumentos, creando un ambiente muy romántico.

Dos sombras saltaban de edificio en edificio, una de ellas saltaba ayudada por un yoyo y la otra se ayudaba con una larga vara plateada. Ambos eran hábiles y realizaban sus acrobacias por los tejados de una manera elegante y sincronizados a la par. 

Su recorrido terminó sobre la imponente torre Eiffel, donde ambos se detuvieron en una de las bigas más altas del monumento. 
La chica, más baja en altura que su compañero, se sentó en la biga colgando sus piernas por fuera y sus ojos se perdieron en la vista que el ofrecía el lugar. Su compañero quedó un poco más atrás, de pie y en vez de observar el paisaje, sus ojos estaban fijos en su compañera.

Chat Noir, uno de los héroes aclamados de Paris, se sentía aprisionado por su traje en aquellos momentos. Sus ojos gatunos se perdían en la figura de la chica, su amada Ladybug.
El minino estaba loco por su compañera, desde el momento en que se chocaron, por culpa de ser inexpertos en sus poderes, hacía ya más de cuatro años.

Cuanto tiempo había pasado.

Y él seguía sin ser capaz de decirle sus sentimientos. Durante aquellos años él le seguía coqueteando cada vez que la veía en sus misiones, besaba sus manos cada vez que se despedían y alguna que otra vez le daba una rosa que ella aceptaba a regañadientes.
Su lady no aceptaba sus avances y siempre se apuraba a despedirse cuando terminaban sus misiones o sus patrullajes. 

Aquello le dolía a Chat, pues parecía que no quería estar cerca de él. Aún así no se rendía a ganar el amor de su preciosa mariquita.

Observó su cabello azabache mecerse con el viento nocturno, su mirada brillaba en contraste con el antifaz rojo que ocultaba su identidad. Sus mejillas tenían aquel dulce sonrojo habitual que la hacía ver tan tierna. Chat no se dio cuenta de que la había estado mirando tanto tiempo hasta que la voz de ella lo devolvió a la realidad.

-¿Que tanto miras, Chat?-Preguntó con suavidad. Su compañero casi tropieza al verse descubierto.

-Lo siento, my lady, me quedé pensando-Se escusó

-Pues si estuvieras más atento sabrías que ya es hora de partir, es tarde-Dijo levantándose lentamente de su lugar, su voz seguía siendo calmada y sus ojos miraban a su compañero, quien aún no se movía.

-Espera un momento,por favor-Su voz salió a toda prisa al darse cuenta de que ella pretendía irse. Su corazón latía fuertemente en su pecho, casi se le iba a salir. Había decidido decirle por fin sus sentimientos a su compañera, no soportaba otro día más sin decirle como realmente se sentía.

-¿Que ocurre?

Había captado su atención, por el momento.

-Veras...my lady yo..-Odiaba cuando su personalidad "Adrien" salía mientras era Chat. En aquel momento no podía ser el chico tímido, era un héroe, era coqueto y fuerte. Trago saliva, sintiendo su boca relativamente seca-Durante todo este tiempo he pensado que....tu eres la mejor, eres fuerte y valiente...yo en verdad te amo Ladybug. Quería que supieras que siempre te he amado y no me importa quien seas debajo de la mascara. Yo solo puedo pensar en tí, my lady.

Silencio.

Se hizo el silencio entre ambos, un Chat muy sonrojado esperaba a una respuesta por parte de su compañera quien no había abierto la boca. Aun.

El minino intentó acercarse a ella, pero recibió lo que menos esperaba de su lady. 

!PLAF! La marca de la mano de Ladybug había quedado plasmada en la mejilla del chico, quien se llevó una mano a la zona afectada mientras sus labios temblaban, no entendiendo aquella reacción.

-My lady...-intento comenzar, pero de nuevo, no funcionó.

-Basta ya,Chat!!-Dijo elevando un poco la voz-Entiende que nunca voy a corresponder tus sentimientos, a mi ya me gusta alguien-Se alejó un poco de su compañero, algo molesta-He intentado ser paciente, pensando que te darías por vencido, pero entiende, no voy a corresponder tus sentimientos.

Su voz había subido una octava mientras hablaba y cuando terminó, reinó el silencio. Chat Noir no podía respirar, su boca se había quedado medio abierta, sin decir una sola palabra.

Su interior se había roto en mil pedazos, su corazón dolía y hacía fuertes esfuerzos por no llorar frente a su compañera.
Apretó los puños, clavándose las garras en la palma, aunque él no lo notó. Bajo el rostro para no mirar aquel hermoso rostro que le había rechazado.

-Entiendo...-Fue lo único que salió de sus labios. Una palabra gruesa y seca.

Dolido como nunca pensó sentirse, salió corriendo de aquel lugar, ayudado por su bastón para llegar a su casa antes de que su anillo pitase.
Entró por la ventana que él mismo había dejado abierta para su regreso, dejándose caer en su cama, soltó todo el dolor que había estado guardado. 

Gritó contra su almohada mientras su transformación se deshacía y su kwami Plagg salía y se quedaba a su lado, olvidando por un momento su amado queso o su necesidad de descanso.

-Adrien...-Susurró el pequeño gato, triste por su portador. No sabía que hacer o decir para ayudarle así que permaneció en silencio mientras lo escuchaba llorar.

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Mientras, en otro lugar, Ladybug ya había llegado a su hogar, entrando por su balcón y descansando en su cama volvió a ser Marinette.
Su kwami, Tikki la sobrevoló con una mirada seria, algo que normalmente no solía hacer, pues lo primero que hacía cuando se terminaba la transformación era ir a la camita que le había hecho su portadora para descansar después de las misiones. 

-Eso no estuvo bien, Marinette-Dijo con sus bracitos cruzados

Marinette se apretujó en su cama, abrazando sus cojines con una mirada perdida.

-Lo sé Tikki...-Susurró contra el algodón de su cojín-He hecho daño a Chat noir...

-Él se veía muy triste...

Marinette asintió en silencio. Aún recordaba el dolor reflejado en sus ojos gatunos.

-Pero no podía mentirle...yo amo a Adrien, Tikki...

-Pero él ni te mira..

-No quiero darle esperanzas a Chat cuando no siento lo mismo por él

La kwami revoloteó sobre su cabeza hasta pararse encima del cojín que abrazaba.

-Aún así fuiste demasiado dura, él no se merecía que se lo dijeras de esa manera

La chica asintió. Se arrepentía de haber dicho aquellas palabras cuando lo único que había hecho era decirle como se sentía. Ella sabía que él estaba enamorado de ella, pero no pensaba que lo hiciera enserio. Chat era un minino al que le gustaba coquetear, así que si lo hacía con ella, quizá lo hiciera con más gente.

Después de la reprimenda que le echó su kwami, prometió disculparse con su compañero en la próxima vigilancia. Se disculparía las veces que sean necesarias para volver a ser amigos y combatir el mal juntos.

Con ese pensamiento se metió bajo sus sabanas hecha una bola.

Lo que no sabía es que aquello iba a cambiar drasticamente.

Y ella aún no lo sabía. 

Un gato solitario *Marichat*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora