11.Un acto que ambos buscamos

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Chat noir colgaba del árbol que estaba encima de los dos jóvenes. Ninguno de los dos se había percatado de su presencia y el gato intentaba controlar los gruñidos que salían de su boca, no podía dejar que se dieran cuenta de que estaba allí.

Pero múltiples preguntas ocupaban su mente.

¿Por que estaba Marinette con ese chico? ¿Que hacían juntos? ¿Acaso habían planeado el encuentro? ¿Por que ella sonreía de aquella manera tan adorable? ¿Por que lo hacía con Nathaniel y no con él?

Adrien, oculto tras la mascara de Chat noir sabía que de nuevo la había pifiado. Marinette volvería a odiarlo como aquel primer día de clases. No era para menos y él estaba muy arrepentido por lo que había hecho.
Pero no tenía el valor para presentarse ante ella como Adrien. Por ello vestía aquel traje de cuero negro que no solo lo protegía de los ataques, si no que a su vez le protegía de su yo patético y que tímido. 

Chat noir tenía que arreglar las cosas.

Los dientes del felino chirriaron cuando vio como Nathaniel se acercaba a Marinette, demasiado a ojos del chico de orejas de gato. Sus mejillas estaban en contacto y solo un movimiento podría hacer que el chico besara a su princesa.

Y pasó. Nathaniel depositó un suave beso en los labios de la chica, quien abrió los ojos y se quedó estática en el lugar. No pudo apartar el rostro.

Chat noir sintió su cuerpo romperse en pedazos. Se agarró de las ramas para no caerse y apretando los labios en una fina linea, salió corriendo de allí. No le importaba si lo veían ahora, su mente estaba pasando por un terremoto.

No vio como la chica se alejaba del pelirrojo, ni como se levantaba tambaleante del banco y dejaba caer las cosas al suelo. No vio como se disculpó Nathaniel por el beso, ni como Marinette salía corriendo de allí al ver una silueta negra muy conocida.

La azabache corrió fuera de allí, no tenía una dirección concreta pero sabía que no quería ir ni al colegio ni a su casa. Con una mirada, pidió a Tikki que la transformase y ya convertida en Ladybug, se columpió de los edificios hasta llegar a lo alto de la torre Eiffel. 
Dejó que sus pies colgasen de la estructura y cerró los ojos, intentando contener sus sollozos, su pena.

¿Es que nada en ese día podía irle bien?

Primero, Chloe le hacía trizas el corazón. La humillaba en clase como nunca pensó que lo haría.
Se burlaba de su dibujo de Chat noir. Algo que ella había hecho con todo su cariño.

Segundo, Adrien, quien pensaba que era amable y buena persona, había defendido a Chloe frente a sus ojos. Su amor, el chico por el que habría dado todo, era igual o peor que la rubia consentida y malcriada. Debía de saberlo. ¿Cuando iba a aprender?

Tercero, al que creía su amigo, alguien con quien podía tener una relación de amigos dibujantes, iba y la besaba sin su consentimiento. ¿Por que lo había hecho? 

Nada en ese día había salido bien para ella, a pesar de que por la mañana se había levantado de muy buen humor.

Una sonrisa curvó sus labios al recordar a su gatito. Más que nunca necesitaba sus bromas y su personalidad tan alegre que siempre la hacía sonreír. Pero él ya no era el mismo cuando estaba con ella como Ladybug, desde lo ocurrido cuando lo rechazó ya no la trataba del mismo modo. Ya no había "My lady" o "bichito", parecía que ya no quería tocarla y eso le dolía a la catarina, pues extrañaba su contacto. 

Un sonido metálico la hizo regresar a la realidad. Se limpió las lagrimas con el dorso de su mano antes de encontrarse con unos ojos verdes.

-Buenas tardes, ladybug-Dijo Chat noir, agarrado con una mano a la estructura y mirándola con aquellos ojos brillantes. Se encontraba algo serio y como ella, parecía que hacía poco que había llorado.

Un gato solitario *Marichat*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora