14.Compañeros

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A la mañana siguiente Marinette despertó sola en su cama, con unos ojos verdes de peluche mirándola. La chica se levantó algo dolorida y tropezó con sus propios pies varias veces.

Tomó la nota que había encontrado doblada cuidadosamente junto a su peluche de Chat noir, que estaba algo mojada por las babas mañaneras de la joven.

"Me podría pasar la mañana observándote princesa
pero debo irme. Te visitaré en la noche.
No cubras mi marca, quiero que todos sepan que eres
Mía"

Marinette se sonrojó a pesar de que solo se trataba de unas pequeñas frases y que el causante de ellas no se encontraba allí.
¿Como podía sonrojarse hasta tal extremo si no eran más que unas simples palabras?

MÍA..

Había sido suya tantas veces que ya no podía ni contarlas.
Su cuarto estaba desordenado y pareciera que había pasado un tornado por él en vez de un arrebato de pasión.

Colocándose la ropa interior, puesto que el felino la había dejado como vino al mundo antes de escapar; se puso a ordenar lo que estaba peor. Colocó el maniquí donde hacia sus diseño de pie y limpió un poco el polvo que pudiera tener.
Ordenó la mesa, que había sido uno de los punto donde al gato le pareció "correcto" poseerla y de paso, tirar todo lo que se encontraba en ella. Tardó más de lo que pensaba pero por un día, había despertado con tiempo suficiente.

-Guaaaa!!!-Se tapó la boca con las manos al entrar en el baño y verse por primera vez en el día. ¿Que le había pasado???
Su pelo estaba despeinado y parecía una jaula de pajaros, había mechones hacía arriba, hacía los lados y mechones largos parecían colitas de oveja de lo desordenadas que estaban.
Su cara estaba sonrojada al extremo, sus mejillas tenían pequeñas marcas que acentuaban aún más su sonrojo y sus labios estaban hinchados; seguramente de tantos besos.

Cuando sus ojos bajaron a su cuerpo quiso hacer publica la "posible" muerte de uno de los héroes de París. Con que a eso se refería en la carta cuando dijo "su marca".
En su cuello tenía dos grandes morados que se distinguían perfectamente en su piel pálida, además de alguno más pero mucho más pequeño y no tan notorio.
No tenía que sacarse su sujetador para saber que sus pechos estaban en condiciones similares y su estomago parecía el un dos tres de tantas marquitas que el felino se había dedicado a dejar en su piel.

-Lo mataré...-Murmuró la chica en un susurro, apretando los puños.

-Marinette, date prisa o llegaras tarde-Dijo Tikki desde fuera del cuarto, devolviendo a la realidad a Marinette, quien se apresuró a meterse en la ducha e intentar arreglar esa "odiosa" mañana.

Mientras tanto, ajeno al sufrimiento de la jovencita, el causante de ella o mejor dicho el gato tonto se encontraba saliendo de la ducha con una sonrisa de oreja a oreja.
Incluso tarareaba una canción.

Plagg estaba en su cojín comiendo su queso también bastante contento por el hecho de haber encontrado a su amor secreto lácteo sin tener que pedírselo al rubio. 

-Se te ve muy feliz-Comentó el kwami

-Soy feliz Plagg-Respondió Adrien mientras se vestía

-Cuando ella vea lo que le dejaste, no creo yo que te siga queriendo así

Adrien asomó la cabeza por detrás del armario con su sonrisa aún en su rostro masculino.

-Ella me ama, Plagg

Recordaba con exactitud como había gemido bajo sus brazos durante toda la noche, como sus manos lo buscaban y tiraban de su cabello cuando estaba a punto de venirse.
Sus ojos azules estaban vidriosos, llenos de la misma pasión que había en los suyos.
Él, como felino que era, no pudo evitar marcarla. Al principio iba a ser un solo chupetón pero su piel era demasiado adictiva y no pudo resistirse.

Un gato solitario *Marichat*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora