9.Todo este tiempo

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Chat noir no pensaba, hacía tiempo que su mente había abandonado su cuerpo. Solo podía mover sus labios sobre los de su princesa, sorber su labio inferior y darle un buen trato con sus dientes. Quería atormentarla con sus labios hasta que lo único que saliese de ellos fuera su nombre y un "te deseo".

El héroe gatuno se apresuró a transformarse en cuanto su kwami terminó de comer su preciado alimento lácteo. Con una orden se transformó en su alter-ego y emprendió camino hacía la casa de la azabache.

Cuando llegó, las luces estaban encendidas y la ventana que daba acceso al cuarto, abierta. Se detuvo antes de entrar, pues había escuchado la dulce voz de Marinette.
Estiró la cabeza y prestó atención a lo que hacía.

La chica estaba en su cama, vistiendo un vestido azul claro que debía servir de pijama, con aquel peluche que él le había comprado en su regazo, jugando con los brazos del muñeco mientras hablaba. Él pensaba que hablaba con el peluche, cuando en realidad estaba hablando con su kwami pero el felino no la podía ver desde su posición.

Cuando, gracias a sus sensibles orejas, escuchó las frases de la azabache; cuando escuchó que amaba a alguien como nunca creyó amar, no pudo más. No quería escuchar más, no quería saber que nunca sería correspondido; que tanto su Lady como Marinette lo iban a rechazar,...no podría soportarlo.

Por eso entró y pronunció aquellas preguntas, aunque ella no hubiera respondido todavía a ninguna. Ni el mismo sabía si quería saber las respuestas.

Pero ahora...Ohh, el ahora...

Estaba besando a su princesa.
Sus labios eran suaves, deliciosos y a la vez adictivos; a pesar de que ella aún no le había correspondido. 
Se alejó unos milímetros para inspeccionar su rostro a la vez que recuperaba un poco de aire para su siguiente movimiento. Sus ojos buscaron su rostro.

Marinette estaba estática. Aún no procesaba que era lo que había sucedido ni el porque aquel gato se encontraba prácticamente sobre ella. Sus labios se sentían calientes, como si algo se hubiera posado sobre ellos, aunque ella bien sabía que había sucedido.

Los ojos verdes del minino se encontraron con los suyos y se perdió en ellos. Se veían tan tristes, tan necesitados,...pareciera que con sus ojos le estuviera pidiendo algo. Algo que solo ella podía darle.

Pero de la nada, él se separó de ella.

-¿Chat?-Musitó ella, hablando al fin.

Chat noir bajó la cabeza. Toda su fuerza, toda la ira que sentía se había esfumado al pensar una simple pregunta.

¿Y si ella no quiere?

Él vino con la intención de robársela para él pero lo que había empezado siendo un asalto, acabo siendo otra cosa. 
Él no podía hacerle algo así a una joven tan hermosa y pura como lo era Marinette. A pesar de que sus sospechas de que fuera Ladybug fueran en aumento, no podía hacer algo tan cruel.

Por mucho que él la amase.

El gato había perdido toda esperanza pero se sorprendió cuando unas pequeñas manos tiraron de su rostro hacía arriba y se encontró con el rostro de aquella que atormentaba sus sueños.

La chica lo miro tiernamente, acariciando las mejillas del héroe y limpiando unas lagrimas que habían salido de los ojos del felino sin que se diera cuenta. 
Marinette se acercó y intentando que la timidez no la frenase, juntó los labios con los del felino en un beso dulce y tierno. Intentaba mover los labios como él lo había hecho con ella pero o no lo hacía bien pues él no le había correspondido aún.

Se separó de él con algo de miedo y con la confianza hecha jirones. Sus ojos buscaron de nuevo los del gato, quien aún no se movía.

-Lo...lo siento...yo nunca he...-Se disculpó ella. No sabía que decir o hacer para continuar.

Un gato solitario *Marichat*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora