19.¿Como amar a ambos?

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Adrien nunca espero despertarse junto a su princess y mucho menos en su propia cama, en su casa. Pero por más que parpadeó y parpadeó, la visión de Marinette, hecha un pequeño ovillo junto a él no desaparecía. Adrien sonrió y alzó la mano para acariciar la mejilla de la chica, quien sonrió en sueños, haciendo que el chico se enterneciera. 

-Tan hermosa...-Susurró embelesado por la tímida belleza que desprendía la azabache. Sus sabanas la cubrían levemente pero podía ver el comiendo de una...de sus camisetas? 

Soltó un gemido cuando intentó moverse para abrazarla. Sus heridas estaban vendadas pero aún podía sentir el hormigueo cuando se intentaba mover. Al ver que no podía moverse para abrazarla y poder besarla de nuevo, se quedó quieto, pensando en lo que había ocurrido.

Le había mostrado su identidad.

Ahora ella sabía que él era Chat noir, el héroe que compartía sus aventuras con ella. No se arrepentía de haberlo hecho, pues la había protegido del peligro pero otra parte de él pensaba que no había sido buena idea, pues ella lo odiaba como Adrien pero a su vez amaba a Chat noir. ¿Que pasaría ahora que sabía que él era ambas personalidades? 

El chico tenía miedo, para que negarlo. Él la amaba con todas sus personalidades, al igual que amaba su otra mitad guerrera y fiera. Admitía que había tardado en darse cuenta, pues siempre tuvo solo ojos para la heroína moteada de rojo y negro, con su personalidad tan distinta y que lo hacía suspirar con solo un par de palabras. Pero a su vez, su personalidad felina adoraba a Marinette. Cuando lo había ayudado con el caso del ilustrador no había podido evitar coquetear con ella, abrazándola de la cintura, viendo como sus mejillas se teñían de ese adorable rojo y como sus ojos azules lo miraban con aquel brillo especial. 

Chat noir había caído ante la personalidad dulce e inocente de Marinette.
Adrien había caído ante gran heroína de París, Ladybug pero todo había cambiado cuando descubrió que su compañera se escondía detrás de la marcara moteada.

Sus pensamientos fueron cortados al escuchar como la chica se movía y despertaba, tallándose los ojos de una manera femenina y que hizo que Adrien se sonrojara. ¿Como algo tan simple podía verse tan sensual?

-Buenos días, princess-Dijo con una sonrisa coqueta.

Marinette abrió los ojos completamente, olvidando el posible sueño que pudiera tener. Sus mejillas se sonrojaron un poco, y se enderezó en la cama. 

-Buenos...días...

Los dos se quedaron callados, la chica no sabía a donde mirar, ni que hacer con sus manos. Todavía no miraba al chico rubio, no se sentía con fuerzas para hacerlo.

-¿Co-Como están tus heridas?-Preguntó al final, intentando empezar una conversación. No soportaba ese silencio. Y en realidad estaba preocupada por sus heridas.

Adrien tragó saliva, algo sonrojado.

-Aún me duelen un poco...pero nada que no pueda soportar-Dijo intentando calmar a la chica y a si mismo.

-Buscaré algo para desinfectarlos-Dijo levantándose de la cama hacia el baño para volver a coger el botiquín y unas toallas nuevas. Tomando todo lo que necesitaba para volver a la cama donde Adrien la esperaba. 

Como escusa para curarlo se sentó a su lado y lo ayudó a sentarse, apoyando su espalda en varios cojines para que estuviera más cómodo. Marinette procedió a quitarle la ropa que ella misma le había colocado y aguantó como pudo la vergüenza que sentía. Quitó las vendas para comprobar que estaban bien y habían mejorado notablemente. 
Mientras procedía a curarlo ninguno dijo nada, Adrien aguantaba el dolor como podía, hasta que la chica le dijo que podía quejarse si quería. Unos pequeños gruñidos salieron de los labios del rubio y ella le dejó, así sabiendo si le estaba haciendo daño.

Un gato solitario *Marichat*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora