28. Clases de natación

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Chat noir abrazaba el cuerpo de Ladybug, ambos en lo alto de la torre Eiffel. Habían combatido contra el akuma de turno y como era habitual, habían ganado con su habitual choque de puños y su "bien hecho". 

-Chat....para...-Gemía la chica mientras el gato le besaba el cuello y le mordía la oreja de la catarina. Los brazos del felino rodeaban la cintura de la chica y le pasaba las garras por su cadera y bajaba hacia su entrepierna.

-No puedo detenerme.....-Gemía Chat sin poder detener sus caricias. 

Llevaban varios días juntos y el chico no podía separarse de la joven ni un momento, ni en su forma civil ni cuando tenían misiones como los héroes de París. Marinette al principio se sentía alagada y amada, puesto que Adrien la acompañaba a clases y la ayudaba con las materias que se le daban peor a la azabache. Pero llegaba un punto en que era hasta empalagoso.

Como Ladybug, ella era más autoritaria pero últimamente no era capaz de resistirse a los avances del gato.

-Nos pueden...ver...-Volvió a decir cuando el chico la pegó a su cuerpo y llevó sus manos a sus glúteos bien formados y le dio un empujón, para que pudiera sentir su erección-¡Chat¡¡

Chat noir tenía los ojos dilatados y la respiración acelerada. Poco o nada le importaban las quejas que su catarina le estuviera diciendo. Necesitaba hundirse en su calidez y hacerla ver las estrellas. 

De nuevo.

Ambos se miraron a los ojos, él claramente excitado y ella vergonzosa. El chico intentó besarla de nuevo pero ella le colocó un dedo en los labios para pararlo, gesto inconfundible de la personalidad de Ladybug. Chat noir la miró sorprendido.

-¿My lady?

-Chat no debemos....estamos en un lugar...público-Dijo la catarina con voz seria. El chico quiso poner una escusa, pero ella le ganó de nuevo. Chat suspiró, nunca pudo con su compañera y su férreo espíritu.  

Los dos héroes bajaron de la torre y cada uno fue hacia su casa. La catarina dejó un beso en los labios del gato antes de marcharse con su yo-yo. 
Chat noir traspasó la ventana de su cuarto y después de unos pitidos por parte de su anillo volvió a ser Adrien Agreste.

-Te quedaste sin hacerlo con tu chica-Se burló Plagg al rubio que se dirigió al cuarto de baño y cerró la puerta, impidiendo que el curioso kwami entrase con él.

El modelo tomó una ducha, intentando relajar su cuerpo acalorado y deseoso de su preciosa azabache. Tanto era el deseo del chico que cuando salió del cuarto de baño, portando una toalla a la cintura, consiguió sacar a Plagg del cuarto con un truco muy sencillo: le dijo que había un queso enorme en la cocina y que podía ir a comerlo. El kwami, entusiasmado, olvidando al rubio, voló hacia la cocina en busca de su amado postre.

Adrien, al verse solo en su cuarto, rebuscó en su armario hasta que sacó un pequeño trozo de tela roja con lunares. Sonriendo, fue hacia su cama y se estiró en ella, apoyando la espalda en la pared, buscando una postura cómoda. 
Llevó una mano a la toalla para apartarla de su camino y dejar ver su miembro. El chico buscó aquello que había sacado de su armario y se lo llevó a la nariz para inhalar profundamente mientras se llevaba una mano a su miembro y empezaba a acariciarlo.

-Ahh...Marinette...-Gemía el chico mientras se llevaba a la nariz aquella prenda que no era nada menos que unas de las braguitas de Marinette que él, como Chat noir se había llevado una noche de pasión. Iba a ser solamente un pequeño recuerdo pero él había estado usando aquella prenda para su placer propio varias veces. 

La mano del chico se movía más rápidamente por su miembro que ya empezaba a "emocionarse" por los movimientos del rubio. Adrien tenía sus ojos cerrados, imaginando que era la mano de su amada quien le estaba dando placer. Podía visualizar su hermoso rostro sonrojado, su timidez y valentía propias de sus dos personalidades, al igual que su sensual cuerpo cremoso, como sus pechos se balanceaban con cada movimiento, sus piernas torneadas e interminables y aquel centro cálido al que él no podía evitar penetrar y hacer suyo.

Un gato solitario *Marichat*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora