Cap. 35: "Destruyendo Muros y Abriendo las Alas" Parte 2

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Creo que tengo que empezar por Daniel, porque desde ahí parte mi historia. Ambos éramos el primer chico que le gustaba al otro realmente. Me habían gustado otros chicos antes, pero a lo que me refiero es a que fue el primero con el que empecé a tener una amistad. Almorzábamos juntos en la cafetería de la escuela, salíamos a montar bicicleta, nos reuníamos para hacer competencias con los videojuegos... Ya sabes, las cosas que haces con tus amigos cuando eres adolescente.

Pero había química entre los dos, nos gustábamos mucho y ambos lo sabíamos. Así que un día se decidió y me invitó ya en un plano fuera de la amistad. Yo también era el primer chico con el que él iba a salir, así que estábamos muy emocionados con la idea de la primera cita.

Él había planeado un almuerzo en un restaurante al que no nos dejaron entrar por ser menores de edad y no estar acompañados por un adulto. Luego de la rabieta que hizo, nos fuimos a caminar al parque. Cuando recordó que no había nadie en su casa terminamos yendo para allá, y una vez ahí no tardamos en preparar algo para un picnic improvisado que realizamos en el patio.

Comimos en medio de una plática que no fluyó bien, supongo que una combinación entre el todavía enojo que él tenía y los nervios. Sí, ya sé, puede sonar ridículo que siendo compañeros en la escuela y amigos, no pudiésemos conversar, pero de algún modo el saber que estábamos en medio de algo romántico hizo que fueran diferentes las cosas.

Al cabo de varios minutos quiso besarme pero se apoyó en mí con fuerza, y como estábamos sentados en una parte que tenía una inclinación, terminé cayéndome de espalda y él rodó por el patio.

- Todo eso suena adorable y bastante memorable para mí. – Intervino el castaño con una enorme sonrisa.

- Pudo serlo, pero él se molestó ya que se manchó la ropa y dijo que su mamá le daría un sermón por eso.

Traté de calmarlo y le di un pequeño beso en la mejilla, entonces se calló por unos segundos tras los cuales nos miramos y estuvimos a punto de darnos nuestro primer beso cuando se escuchó la puerta y él brincó asustado.

Su mamá había llegado temprano, y antes de darnos cuenta estaba ahí preguntándonos qué hacíamos en el patio, y él le mintió. Dijo que hacía mucho calor y que por eso habíamos decidido salir a refrescarnos y comer algo.

No entendí el motivo de su mentira, pero después supuse que no quería que su madre nos estuviese interrumpiendo o interrogando, sin embargo sucedió justamente eso. Ella estuvo de acuerdo en que hacía calor y se sentó con nosotros.

El castaño no pudo evitar reír. – ¡No es cierto! Dime que lo estás inventando.

- ¿Por qué inventaría algo así? Mi primera cita fue un completo desastre, y tú te estás burlando.

- Oh no, no me burlo, pero no puedes negar que es gracioso, sin embargo no dejo de pensar que fue tierno lo que ocurrió. Y de algún modo funcionó porque terminaron siendo novios.

- Eso sí. Ya después tuvimos otras citas que fluyeron de mejor manera, aunque no fueron muchas.

- ¿Por qué?

- A él no le gustaba tener citas. Salíamos juntos a diferentes lugares, pero planificar algo para los dos era distinto, y no lo hacíamos.

En algún momento me di cuenta que no le gustaba que estuviésemos en sitios públicos o con sus amigos mostrándonos cariñosos, y cuando le preguntaba al respecto siempre tenía alguna excusa por lo general relacionada a que debíamos ser cuidadosos porque nunca sabríamos donde íbamos a encontrar personas de mente cerrada.

A pesar de todo, fue un bonito noviazgo el tiempo que duró, aunque fue algo raro también.

- ¿Raro?

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