Cap. 60: "El corazón de las emociones"

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CAPÍTULO 60

"El corazón de las emociones"

Reunidas en la noche se encontraban las tres parejas listas para cenar.

—Antes de empezar a saborear estos deliciosos alimentos quiero hacer un brindis por nuestros hijos —dijo Burt con una enorme sonrisa—. Porque Quinn, aunque no lleve nuestra sangre, es parte de la familia —miró a su mujer, quien asintió y sonrió.

Elizabeth y yo siempre hemos deseado lo mejor para nuestros hijos, y parte de ello es que encontraran parejas buenas que los amaran, respetaran, valoraran y los hicieran felices. Ambos las tienen, y no podríamos sentirnos más dichosos.

Blaine y Roger son dos hombres extraordinarios a los que les hemos abierto las puertas de nuestro hogar, y estamos agradecidos por el gran amor que les demuestran a diario a Kurt y a Quinn.

Es por eso una enorme bendición poder estar aquí reunidos todos como la gran familia que conformamos y...

—Espera un momento, cariño —dijo la mujer mayor observando la mano de la rubia—. ¿Es ese un anillo de compromiso?

—Sí —respondió con una sonrisa—. Roger me propuso matrimonio esta mañana.

Felicitaciones y buenos augurios fueron manifestados hacia la joven pareja.

—¿Y ya tienen una fecha para la boda? —preguntó Burt.

—Todavía no, y no estoy segura de cuando sea el momento indicado.

—¿Cómo que no estás segura? ¿Acaso no quieres casarte?

—Claro que sí. Lo que no quiero es que la gente empiece con habladurías.

—¿Y por qué iban a hablar? —Elizabeth indagó— No hay nada que puedan decir.

—Pueden pensar que nos vamos a casar debido a que... —miró hacia un costado.

—¿Debido a qué, hija?

—Que nos casamos por obligación.

—¿Obligación? —Burt frunció el ceño.

—Estoy embarazada.

—¡Oh, por Dios! ¡Eso es maravilloso! —Elizabeth exclamó emocionada.

—¡Felicitaciones a los dos! —dijo el de ojos verdes— ¡Los nietos empiezan a llegar!

—Muchas gracias.

—Deberías estar feliz.

—Lo estoy. Sólo sigo tratando de asimilarlo. La verdad es que estaba preocupada porque esto ha sido totalmente inesperado.

—A veces esas cosas pasan, cariño —dijo la mujer de forma maternal—. Los métodos anticonceptivos pueden fallar, y eso no es culpa de ustedes.

—Lo sé, aunque espero que la doctora me pueda explicar por qué pasó.

—Lo que dijiste de estar preocupada... —habló Burt— ¿Es que no quieres tener al bebé?

Quinn llevó sus manos instintivamente hacia su aún plano vientre y lo cubrió.

—¡Claro que quiero a mi bebé! —respondió alarmada— Desde el momento en que supe de su existencia lo amé.

—¿Entonces?

—Burt, no seas tan indiscreto —reprendió su mujer.

—Está bien. Somos una familia unida y quiero hablar de esto con ustedes —exhaló—. Una de las cosas que me preocupaba era no saber cómo iba a reaccionar Roger porque habíamos hablado de tener hijos, pero no todavía.

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