003• L a t o r m e n t a

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《003》
L A   T O R M E N T A

Las gotas golpeaban con furia contra todo, mire nuevamente la hora en el reloj y no habían pasado ni diez minutos

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Las gotas golpeaban con furia contra todo, mire nuevamente la hora en el reloj y no habían pasado ni diez minutos. Deje el libro sobre la cama y camine lentamente hacia el cuarto de Thomas.

— ¿Crees que aún estamos a tiempo? — Escuche su voz del otro lado de la puerta. Espero un momento y siguió, como si estuviera en una conversación con otra persona. — ... Tienes razón, hay que actuar rápido. No lo dudes, es nuestra naturaleza. — Su voz se apagó y acerqué más mi cabeza a la puerta para seguir escuchando, sin embargo, está fue abierta bruscamente.

— T-Tommy. — Trague saliva. — ¿Con quién estás hablando? — Pregunté mientras mi cuerpo se helaba y mis manos no paraban de temblar.

— Con nadie. — Las comisuras de sus labios temblaron. — No hay nadie aquí. — Efectivamente no había nadie en la habitación.

— ¿Quieres cenar algo? — Cambie de tema a la vez que sus ojos me examinaban con una mueca extraña.

— Sí, quiero dulces. — Sonrió imponente. Como si sus palabras fueran una orden directa.

— No se pueden cenar dulces. — Lo mire divertida.

— Pero yo quiero dulces. — Vocifero.

Me contuve para no rodar los ojos, no era la primera vez que me enfrentaba a un berrinche así, los caprichos de Lia eran incomparables.

— Que tal si comemos la pizza que está en la nevera y luego te muestro mi escondite de dulces. — Utilice mi mejor tono de persuasión, después de todo era un niño, y la paciencia era un punto a mi favor.

— ¿En serio? — Sus ojos brillaron con emoción, era diferente a todas sus miradas anteriores, era sincera e inocente, casi parecía un niño completamente diferente.

Un recuerdo paso por mi mente, tan veloz que apenas los pude percibir. Era un recuerdo de la primera vez que vi a Lia.

— ¡Claro que sí! — Exclamé intentando ocultar la melancolía que rondaba en mis palabras, extendí mi mano mientras un nudo se formaba en mi pecho.

— Tus manos son muy cálidas. — Murmuró con sus mejillas encendidas.

— ¿Eso crees? Las tuyas están heladas. — Observe.

— Siempre son así. — Respondió mirando nuestras manos, absorto en sus pensamientos, se quedó mudo por unos largos minutos.

— ¿Por qué no dejas que mamá te llame Tommy? — Le cuestione mientras ambos observábamos como la pizza se calentaba.

Hacía días que me preguntaba por qué él era así de distante con ella, como podía ignorar la calidez que ella intentaba transmitirle. Era sorprendente conocer a alguien que no se dejará hipnotizar por su luz.

Avlarks (En la oscuridad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora