《Puedo sentir tu miedo, aun mas, puedo saborearlo. Es tan excitante...》
Con la mudanza a un pequeño pueblo - lejos de todo lo que conocía. - Lara deberá enfrentarse al destino que le depara su nuevo hogar. Un nuevo hermano y extraños sucesos que com...
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— Lara. — Escuché una voz que reconocí a la perfección.
— ¿Mhm? — Fue lo único que pude pronunciar. Por más que quisiera abrir mis ojos el sueño se había apoderado de mí.
— Tengo hambre. — Me incorpore por completo y enfoque la cara pálida de Thomas, sus pecas resaltaban más de lo común.
— ¿Y mamá? — Pregunté apartando las mantas que me cubrían.
— No lo sé, no la he oído salir de su cuarto. — Hizo un puchero.
— Tranquilo, ahora veremos que hacemos. — Suspiré con pesadez mientras bajaba lentamente los pies a la superficie congelada del suelo. Aun somnolienta me preparé mentalmente para terminar de incorporarme, sin embargo, en pleno acto mis piernas flaquearon y tuve que sentarme nuevamente sobre el colchón.
— Lara. — Su pequeña y fría mano tomo la mía.
— No te preocupes. — Le sonreí para tranquilizarlo.
Frote mi rostro en un intento por recobrar mis fuerzas. Mi mente estaba convencida de que no sucedía nada.
— P-Pero. — Volví a intentar levantarme.
— Yo no lo haríasi fuera tú. — Levante mis ojos hasta enfocar su cara.
— ¿Dijiste algo? — Pregunté sin despegar mis ojos de los suyos.
— Pregunté si te encuentras bien.
Sacudí mi cabeza en negación. Mi cabeza no paraba de dar vueltas, casi podía sentir la bilis trepando mi garganta.
— No lo sé. — Lleve mi mano libre a mi cabeza. — No. — Finalice sincera.
Pasé las yemas de mis dedos por mi cabello tratando de desenredarlo, sin embargo, me detuve en el acto cuando mis dedos rozaron algo húmedo. La confusión golpeo mi rostro y por más que el miedo comenzará a invadir cada célula de mi cuerpo me anime a mirar el líquido que manchaba mi mano.
Sangre.
— T-Thomas. — Mi cuerpo completo se había congelado. — ¿Thomas lo ves? — Puse mi mano frente a su rostro.
— Lara. ¿Qué sucede? — Pregunto confundido. — ¿Quieres que llame a Lia? — Sostuvo mi mano.
— Thomas. La sangre. — El me miro de una forma extraña, una que no me gustó.
Como si estuviera demente.
— Si Lara, ¿Quieres que llame a Lia? — Mi cuerpo se erizó por completo al reconocer la ronca voz cargada de burla. — Talvez ella sepa a donde guarda los medicamentos papá.
— Lara ¿Qué ocurre? — Me pregunto soltando mi mano. Absorto de la escena en la que me encontraba. Absorto de la sombra detrás de él.
— ¿Qué quieres? — Grite tapando mis oídos. — ¡Déjame en paz!
