031° S o m o s i m p o s i b l e s

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S O M O S
I M P O S I B L E S

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N a r r a A d r i e n

Camine sintiendo una corriente eléctrica en mis manos, como si una energía cruzará por ellas. La noche podía fortalecer a los demonios.

Seguí merodeando sabiendo que en unas cuantas horas el sol saldría, mi hora de deambular por la tierra finalizaría y tendría que volver a ocultarme en las sombras — encadenado como un animal, — ocultándome de la luz.

Mientras esos pensamientos cruzaban por mi mente recordé la vez que Lara había preguntado por mi nombre.

Una risa amarga brotó de mi garganta mientras miraba como la niebla flotaba en las masas de aire.

Jamás podría mencionarle que el nombre de un Avlark era lo más apreciado que tenía. Sin un nombre un Avlark no es más que un alma corrompida e inservible. Un traidor. Un condenado que es obligado a vivir en las sombras despojado de su forma física.

Deslice mi mirada hacia la construcción que se cernía ante mis ojos, — La casa de los Madden. — Desde mi lugar no podía dejar de ver con intensidad la pequeña ventana que pertenecía al ático. — Quería verla, necesitaba verla. — Sin embargo, no podía sentir la esencia de mi Azelux. Cerré los ojos y trate de meterme en su cabeza, ver sus sueños o escuchar sus pensamientos, pero note que sus latidos se escuchaban en la lejanía, varios kilómetros lejos de mí. Abrí mis ojos y arrugué mi frente con confusión.

¿Dónde estaba Lara?

Sacudí mi cabeza y el patio de los Madden se desvaneció en el aire y en menos de un segundo el césped había sido remplazado por el asfalto negro de una carretera. Los tenues rayos de la luna alumbraban las penumbras de la noche.

Con mis manos tome el trozo de tela que caí por mi espalda y lo lleve a mi cabeza cubriéndome. La capa que se arrastraba por el suelo, parecía pesar toneladas.

El olor a miedo invadió mis fosas nasales, provocandome. Sin poder resistirme me deje hipnotizar. Dejando libre mi naturaleza, absorbiendo el miedo que flotaba en el aire. No podía detenerme una vez que me deje influenciar por la oscuridad de mi alma. Sentí la energía comenzando a trepar mi cuerpo, pero tan pronto como la sentí se desvaneció, algo la detuvo.

A lo lejos escuché una débil voz, la que reconocí como la de mi Azelux, pedía auxilio mientras me nombraba.

— ¿Lara? — Sacudí mi cabeza nuevamente tratando de resistirme al sabor exquisito que ese miedo había dejado en mi boca. Obligue a mis piernas a seguir caminando guiándome por el rastro que había dejado su voz.


— Maldición. — Maldije apretando mi mandíbula. A medida que me iba acercando era más difícil controlarme.

Entonces a lo lejos la vi, — su cuerpo estaba tirado a mitad de la carretera, — inerte, casi inconsciente. A su alrededor podía verse flotar el miedo que su cuerpo desprendía, como si cientos de luces bailaran junto a su cuerpo.

Avlarks (En la oscuridad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora