Como si fuera el dueño del mundo.

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–¿Laurence?

Corro a abrazarla.

–¿Qué haces aquí? –Pregunto.

–De compras ¿Y tú?

Daaah. A veces odio que sea tan obvia.

–Estoy comprando comida para Ethan.

– Woah, te dejaron meter a un perro así.

Me encojo de hombros.

Abre los ojos como platos. – No sabes quién viene hacia aquí. Maldición, no quiero ser tú con un perro. Esto va a ser vergonzoso. Dios, que no nos eche.

Mierda. Si viene el dueño estoy muerta, así que no me doy la vuelta.

–Kat, dije que no te movieras. –Esa voz profunda suelta un gruñido.

Frunzo el ceño.

Miro hacia Evan y no veo a nadie detrás de él.

Observo a Lau y solo mira a Evan con conmoción y admiración al mismo tiempo. ¿Quién no miraría a Evan así?

–¿Ustedes se conocen? –pregunta Lau.

–Es mi novia. ¿Tú quién eres? –dice Evan.

Laurence me mira confundida.

Rodo los ojos.

–Bromea Laurence, no le hagas caso. Se cree el dueño de todo. Es un idiota.

–Gatita, nos puedes presentar.

–Laurence éste es Evan, un idiota que me acosa. Evan, Laurence es mi mejor amiga.

Se estrechan la mano.

–Laurence, vámonos de una buena vez. No me gusta venir de compras contigo.

Escucho una voz familiar, y veo a un chico cargando bolsas que supuse era de ropas y libros.

Levanta la vista y me encuentro con esos lindos ojos azules.

– ¿Theo? Theo. – Corro a él y lo abrazo.

–Katherine. –solo dice con simpatía sorprendido de mi abrazo. Claro, nunca demostré tanto cariño y él se queda desconcertado. Parezco un chicle.

Me suelto de su cuello y me aparto con un Ethan tranquilo .

–¿Qué hacen aquí? –pregunto con curiosidad, no quiero saber la respuesta pero me intriga saber si ellos dos están juntos y soy la última que se entera.

Los dos se miran con nerviosismo.

–Tratamos de llamarte. Te envié varios mensajes y no contestabas y entonces decidimos venir sin ti. Theo no quería venir sin ti, pero ya sabes como soy persuasiva.

En el fondo sentí un poco de celos por ellos. Mis amigos yendo juntos de compras, sin mí.

– En cuanto a mi teléfono, se me ha roto. Y no importa, tenía otras cosas más importantes que hacer. –Le resto importancia con un gesto a pesar de que por dentro me muero de celos.

Su teléfono empieza a vibrar.

–Lo veo. Bueno, nos debemos ir. Mamá no quería que me tarde tanto y ya llevamos toda la mañana. –ríe nerviosamente –Luego me cuentas todo esto. Bye.

Tira de Theo a la salida.

–Adiós, Katy. Nos vemos el lunes. –grita Theo.

Sacudo mi mano en despedida.

–Vaya amigos. –dice una voz profunda detrás de mí.

–Cállate.

Después de eso estuve en silencio, ensimismada.

Theo y Laurence. Wuau. Esto es nuevo, definitivamente necesitaba una actualización. No recuerdo donde dejé mi celular, probablemente lo perdí. Gruño por dentro.

Estábamos caminando de vuelta a casa. Yo con la correa de Ethan y una bolsa de Comida. Evan venía detrás de mí con cuatro bolsas. Los músculos de sus brazos se marcaban todo por el esfuerzo pero en su rostro no se encontraba ningún rastro del esfuerzo. Cuando fuimos a la caja, Evan hizo aparecer una tarjeta mágica que pagaría todo lo que llevábamos. Lo deslizó en un aparato y Voila Todo pagado.

Nunca tuve una tarjeta de crédito y tampoco quería una, ya que no tenía mucha necesidad de gastar.

Mamá me proveía de todo lo que necesitaba. Simple y sencillo.

Llegamos a mi casa. Le di de comer a Ethan y dejé a Evan en el sofá de la sala.

Preparé dos hamburguesas gigantes.

Le di uno a Evan porque me miraba como un cachorro hambriento. Y porque no me iba a comer dos de esas deliciosas hamburguesas.

Pasamos la tarde mirando televisión. Hasta que por fin Evan se tenía que ir.

Se fue hasta la puerta y lo seguí. Justo en ese momento mamá bajaba las escaleras. Mierda. Sé cálida, sé calida.

–Adiós Evan. –dije lo más cálida posible, si un simple adiós podría demostrar cariño claro.

–Adiós, Bebé. –Odiaba sus apodos.

Sonreí.

Iba a cerrar la puerta. Y él lo sujetó con su mano.

Suelto un bufido inaudible.

Me inclino esperando el beso en la mejilla que me iba a dar, espero que no use su lengua o enserio iba a conseguir una navaja suiza y cortársela.

Me besa la frente y se va.

Esto estaba volviéndose muy raro. Yo si fuera él aprovecharía.

Bueno, no.

Me giro y no hay nadie detrás de mí. Es por eso que no aprovechó. Bueno algo es algo.

Subo a mi habitación, necesitaba descansar. El exceso de movimiento me dejó exhausta. Son las cuatro. Dormiré dos horas y luego me despertaré a cocinar para la cena.

Me acuesto con las cortinas cerradas y la luz apagada e inmediatamente me quedo dormida.


Prometo Fingir AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora