Titanic

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Hola a todos, quiero desearles una feliz navidad!  También agradecerles a ustedes por estar leyendo esto! Besos y abrazos de una escritora en proceso.

Especial Navideño.

Lacio

Ondulado

Lacio.

Ondulado

–¡Aaaahg!

Era hora de la gran cita y aún estaba tratando de arreglar mi cabello, se había vuelto rebelde de nuevo y en especial hoy que tengo una cita con el chico que me gusta.

Mi cabello decía ondulado y yo lacio, un conflicto sin remedio.

¡Ha! Al final decido atarme en una cola de caballo. La herida en mi cabeza que provocó el choque con Evan estaba completamente curada. El único recordatorio de cómo nos conocimos había desaparecido.

–Espero que disfrutes de tu cita, hija.

La voz de mi mamá me saca de la lucha con mi cabello.

Ha vuelto el martes, como lo prometió, y desde entonces ha estado encerrada en su oficina, ahora que la veo tiene sombras debajo de los ojos y su rostro parece cansado. Sólo de imaginarme el excesivo trabajo que tiene me hacen sentir mal. Ya era hora de buscarme un trabajo, para así ayudar a pagar los gastos.

Se me viene una idea a la cabeza y lo menciono justo en ese momento.

–Mamá, ¿Recuerdas cuando yo era pequeña e íbamos al parque frecuentemente? Había un niño con el que jugaba...

Me detengo cuando la cara de mamá cambia, de una sonrisa a un rostro sombrío. Lo que sea que ocurrió allí la afectó, y mucho.

–Ahora no, Katherine.

Me siento abrumada en ese momento, era una pregunta normal la que iba a hacerle, sin embargo era algo que en el pasado la cambió por completo, quizás tiene que ver con los días de felicidad junto a mi padre, cuando íbamos en familia al parque.

Me siento mal por estar recordándoselo. La forma en que extraña a papá es excesiva, tanto que cuando le digo algo se acuerda de él.

Cuando ella se marcha de la puerta hacia su oficina, sin una palabra de despedida, me quedo de pie frente al espejo observando mis rasgos.

Los mismos ojos que mi padre, la misma sonrisa. No era muy extraño que todo le recordase a él. Al menos mi cabello era rubio como el de mi madre y no como el cabello negro azabache de mi padre.

Decidí usar un vestido para la ocasión, el color turquesa hacía magia en mí, la fina tela se ceñía a mis pechos, dejando un pequeño escote en V y luego descendiendo libre desde mi cintura hasta por encima de mi rodilla. No era atrevido ni digno de elegancia, era como esos vestidos que usaba cuando era niña, sólo que ahora rellenaba aquellos lugares que antes estaban vacíos.

Por último me eché un poco de iluminador, me pasé débilmente un delineador y un poco de brillo labial.

Pasaron un par de días desde mi primer beso con Evan, en aquel lugar tan maravilloso. Y aunque después de eso lo había visto muy pocas veces, me sentía nerviosa por encontrármelo de nuevo. Un nudo afloró en mi estómago de repente, nervios por arruinar esta cita. Mi historial de citas era deprimente, tanto que dos de ellas las había arruinado; la cita con Steven por ejemplo, me había llevado a un restaurant de comida japonesa y fue un verdadero desastre, desde que entré por la puerta hasta que salí por ella. Pero Steven no sabía que era alérgica a la pimienta y él no tenía la culpa de que yo haya vomitado en sus zapatos, pobre Steven; siguió "amándome" después de todo lo que lo hice pasar. Aunque ahora que lo pienso bien, sentir aún compasión es absurdo, ya que él se acostó con Megan y se merece algo peor que un vómito a sus pies.

Prometo Fingir AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora