La curiosidad mató al gato.

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Pasé toda la mañana como una zombie, pensando en lo estúpida que he sido todo este tiempo pensando que él podría cambiar y ser mejor.

Las miradas de Megan en el pasillo no me ayudaban. Estaba buscando venganza y tocarse con Steven no me provocaba nada; ni en lo más mínimo. Lo amaba, pero en tiempo pasado. Ahora ya no era más que un entumecido sentimiento enterrado en las profundidades del olvido.

Ella buscaba que yo bajara la cabeza y me sintiera como la mierda, pero nunca me sentí así de mal por Steven, y si lo sentí alguna vez fue porque algo andaba mal en mi cabeza.

Mi celular vibró en mi bolso.

Tenía más de veinte llamadas de Evan con mensajes de voz. Solo vi sus mensajes donde decía que me lo explicaría todo cuando saliera.

Una parte de mi quería saber lo que iba a decir, pero la otra parte me decía que lo ignorase.

Y lo hice. Al menos eso hice hasta la salida.

Quería que Laurence apareciera, pero me había olvidado que esta semana, como cada mes, su padre que es policía la enviaba a un campamento militar.

Solo Theo estaba para hacerme compañía en la cafetería. Adoraba a Theo pero no era a quien quería contarle sobre Evan, siendo que no se percató de la presencia de Evan ese día en el supermercado.

Existía una bizarra posibilidad de que Evan realmente no conociera a Megan, pero era así de bizarra que parecía improbable.

–¿Estás Bien? –La preocupación de Theo me saca de mi duda interna.

–Huh, sí, ¿Por qué lo preguntas?

–Bueno, desde que entraste por esa puerta te he notado rara, adicionando el hecho de que no estas comiendo nada de lo que te serviste y para completar te serviste cosas que realmente odias comer. –Dijo con seguridad.

Odiaba el hecho de que Theo supiera todo de mí. Somos amigos desde el primer día y en verdad me conoce más que yo a mí misma.

Miro mi plato con mi tenedor en mano. Estaba haciendo círculos alrededor de la ensalada de brócolis y la alita de pollo.

Suelto mi tenedor apartando la cosa enfrente de mí. Definitivamente no puedo comer semejante cosa.

Suspiro. Tengo que quitarme a Evan de la cabeza y no hay nada que logre eso.

–No es relevante.

Frunzo el ceño y continúo.

–Lo que sí me parece relevante es tú y Lau juntos.

Se pone nervioso y deja de comer su almuerzo.

–Yo... No... no es lo que piensas.

–¿Y qué exactamente estoy pensando?

Suspira.

–Laurence es solo mi amiga, Katy.

Su confesión me tranquilizó, Theo nunca me mentía, era demasiado tierno para decir mentiras. En cambio Laurence no sabía mentir porque a la hora de decir algo se sonrojaba, él tenía suerte de que Lau no estaba aquí.

–Está bien. Ahora cuéntame lo que hicieron en la súper tienda.

Las muchas cosas que hicieron al parecer, porque cuando terminó la hora del almuerzo él aún no terminó su relato.

–Deberías ver los libros que se ha comprado, como si esta semana los va a leer todos.

Estaba al tanto de la adicción de Laurence y los libros, así como también de la ropa de moda. Todo lo que Laurence me había contado sobre el campamento era realmente vago. Sabía que la obligaban a ir desde que era pequeña y que no hacia absolutamente nada, ya que se encerraba o se escondía donde nadie se podía dar cuenta que ella estaba. Seguía sin entender como no se percataban de su ausencia.

Prometo Fingir AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora