Prometo Fingir Amarte

Capítulo final.

Prometo Fingir Amarte.

Capítulo Final.

Dos años después.

—Vamos, nena. Aguanta un poco más— dijo Evan tomando mi mano y apretando fuertemente.

Grité.— Deja de ser un hijo de puta y conduce.

El rostro de Evan se puso de un rojo profundo, pero yo no dejaba de lanzar fuego por la boca.
Claro, las oleadas de contracciones no me dejaban respirar tranquilamente.
Bajé la vista a nuestras manos unidas. Las de él estaban blancas de tanto que había estado apretando, pero en ningún momento me soltó o se quejó.
Su anillo y el mío brillaban en la oscuridad del coche, con las luces que entraban por la ventana.

El gravado en ellos eran casi imperceptibles. Pero yo sabía lo que decían y significaban.

Habían pasado nueve meses desde que decidimos unir nuestras vidas para siempre.

La proposición de Evan era lo más sorprendente. No esperaba que él me pidiera matrimonio. Sin embargo, un día estaba haciendo pasear a Ethan, compensando el echo de que fui una mala madre, cuando me llegó un mensaje de Evan.

Sigue el camino de  pokemones.

Bueno, no sabía a que se refería, así que levanté la vista a ver y ahí había varias bolas rojas con blancas, en el suelo y alineadas.

Indicaba un camino que serpenteaba.

Los seguí porque Ethan Foster me conducía con la correa estirándose. Y porque la curiosidad me picaba en la nuca.

Cada paso que daba, una bola de diferente color. El sol estaba descendiendo lentamente. Hasta que llegué al lugar donde todo comenzó. Lo sabía por el árbol de flores amarillas. En aquel entonces había estado pensando en los bíceps de Evan, ahora conocía centímetro a centímetro su deliciosa piel.

Y al final del camino, estaba él. Con sus hermosos ojos grises. Un traje a medida. Su expresión era intensa. Seria.

—¿Evan?— había dicho yo.

Él puso una rodilla en el suelo frente a mí. Mi corazón latía sin control. Yo tenía algo para decirle y había estado pensando en cómo hacerlo. Me preocupó que él ya lo supiera con esa expresión, pero entonces sacó una pokebola de su bolsillo y lo abrió ante mis ojos revelando un hermoso anillo con pequeños corazones de diamante en el.

—Katherine, cuando choqué contigo y te vi inconsciente en el suelo, admito que quise hacerte respiración boca a boca. No podía resistirme a probar esos dulces labios tuyos. Pero cuando esos profundos ojos azules se enfocaron en mí pude ver mi vida en cien años. En todo estabas tú. La única que pudo subir a mi tren y manejarlo a la perfección. 

«Por eso me arrodillo hoy ante ti, para pedirte que llegues conmigo a la estación final. Juntos podemos recorrer el andén. Habrá paradas, lo reconozco, pero ninguno que me aleje de tu lado»

Mis lágrimas de felicidad eran imposibles de ocultar.

«¿Quieres casarte conmigo, Katherine Ryan?»

Yo había asentido. Sin dudar. No quería ser una pasajera, quería ser la que estaba a su lado guiando al tren.

Él se levantó y me besó.

—Tengo que decirte algo, Evan— comencé.

Él apoyó su frente contra la mía.— Dilo, nena.

Respiré hondo.— Tengounretraso.

Él no dijo nada.— ¿Tienes que ir a algún lado? Puedo llevarte— había dicho.