Salvajes

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Recuerdo cuando te viví.

Tenía en mis manos la fuerza salvaje de la naturaleza casi virgen,
que me atacaba con sus labios directamente en los mios,

deseosa como la bestia que persiguió a su presa y una vez que la atrapó la devora, y la consume, y se sacia de su ser.

Así me atacaste, así me tomaste por sorpresa, desvaneciendo la cordura,
con latidos estremecientes,
con avalancha de besos,
con el abrazo de tu cuerpo.

Soy víctima y victimario,
soy muerto por tu pecado,
el pecado de tus labios.

Soy esclavo de tu belleza,
de tus ojos negros, de tu cuerpo de mujer,
sometido por el filo de tu boca.

Y me alegro. Me alegro de que los dos seamos salvajes, me alegro de que los dos ardamos de deseo el uno por el otro, que nos cortemos la respiración con besos de fuerza,
y con los ojos cerrados le hagamos caso al cuerpo.

Eres tú la fuerza salvaje de la naturaleza casi santa,
casi virgen,
que ha encendido mis deseos delirantes,
que ha despertado mis enloquecidos pensamientos.

MelancolíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora