Marcela

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No quiero necesitarte
porque no eres como el aire
que siempre está presente.
Tú te dejas respiras de vez en cuando. No porque quieres, sino porque la vida a veces puede más.

Te diría que vinieras pero es muy tarde, te diría que tomes la hoja del poema mágico que te di para que vinieras volando, pero tú no crees en eso. Entonces sólo me queda volverte a decir palabras encerradas en un cuarto en el que no existen ni tus pieles, ni tus colores, ni tus tonos, ni tus ojos mojados.

He vuelto a escribir porque tú me lo pediste sin hablar, sin siquiera saber que me lo pediste. La verdad es que no sabes muchas cosas que hago por ti.

Por ejemplo, yo quería morirme solo, y ahora sólo me quiero morir contigo.
Yo quería dejar de ser tan romántico, y ahora mírame.
Yo quería darte un beso, y ahora quiero quitartelo.
Yo quería que me dijeras que soy el mejor, ahora quiero que mejor me digas buenas noches, te veo mañana temprano. Aunque no me veas, si no que me escribas.

No creo que tu mente alcance a imaginar lo mucho que yo te amo, y la cantidad de espacio que ocupas en mi pensamiento.
No creo que tus manos sean tan pequeñas para no guardarme, ni que tu cuerpo sea tan grande para yo no cargarlo.
No creo poder ser tu novio perfecto, pero estoy tratando de negociar con Dios para que me enseñe trucos, tácticas para regalarte risas, las mismas risas que yo nunca tuve y ahora las estoy consiguiendo cuando se salen de tus labios.
Me toca agacharme a recogerlas, pero es mucho mejor que recoger la droga que me alejaba de ti.

Tengo que pedirte perdón. No soy nadie y tú siempre estuviste detrás de mí, queriendo hacerme alguien. La verdad es que no te entiendo, y lo sabes.
Haz preferido este joven impredecible y acomplejado antes de una vida estable y segura. La verdad es que me das hasta un poco de rabia amor mío.

No he podido parar de escribir, y no sé a quién mostrarle mis líneas esperando que te despiertes y las leas tú.

MelancolíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora