Capítulo #48 'El claro'

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El camino fue largo desde el Reino Unido hasta Chile, mi mente iba a mil por hora con la cantidad de cosas que habían pasado en los últimos dos días.

El cuello tenia unas ligeras marcas rosadas parduzcas que poco a poco se estaban volviendo moradas, producidas por los dedos de Harry tras el altercado en el departamento.

No sabía nada de Monique hasta el momento, y sin embargo, estaba muy confiado de que al llegar al aeropuerto el ángel de rizos y ojos cafés me estaría esperando para atraer a la presa.

No la juzgaba, todo lo contrario, apoyaba cada decisión que fuera tomada a partir de este momento, sabía que un rio de sangre empañaría esta parte de nuestras vidas, y que ni siquiera era algo que nos involucraba, al menos no directamente.

Las vidas de ellos estaban cruzadas por una trágica coincidencia, algo de lo que ninguno era ni por asomo culpable y sin embargo, se encontraban en una posición en la que ambos necesitaban venganza.

Narra Harry

El descontrol y desenfreno me hacían pensar menos calculadoramente y mucho más lento.

Ya había recorrido muchos de los lugares en los que ambos acostumbrábamos estar o frecuentar, hasta que una luz casi celestial recordé la vez que habíamos ido de escalada y se había aguantado las ganas de preguntarme sobre mis padres.

Little Trees Hill estaba a tan solo 30 minutos a velocidad promedio de la biblioteca y dormitorios donde vivía Monique. Pero si pisaba un poco más el acelerador quizá podría reducir a tan solo 10 minutos aun cuando podría matarme por la velocidad a la que conducía.

Eso no era un asunto que me importara en este preciso instante lo único que deseaba era encontrar mis malditos papeles y largarme a encontrarla.

Cuando llegue, comencé a caminar por el sendero que llevaba a la montaña y que Monique y yo ya habíamos recorrido una vez juntos. Recordar cada –parte de nuestros encuentros ocasionaba en mí una ligera convulsión entre el repudio y el amor.

Nada se podía divisar en más de veinte metros a la redonda por el espesor de los árboles y arbustos que poblaban zona, hasta que al pasar por un pequeño claro a la mitad del sendero escuche un lamento muy sutil y casi inaudible.

Me aproxime rápidamente a través de los arboles sus quejidos que cada vez se escuchaban más cerca. Al acercarme un gran árbol se erigía en medio del claro y amarrado a él mi primo, los cables de alta tensión lacerando sus articulaciones y formando pequeños hilos de sangre que goteaban en el suelo.

-Har- acalle su llamado gastaba fuerzas en vano

-Vamos no hables- le dije suavemente- Lucy viene en camino y te llevara a u hospital

-No- su voz cada vez más débil

- No estás en posición de contradecirme, iras al jodido hospital y dirás que te golpearon en un bar- lance rápidamente- ahora sostente de mi hombro y andando.

Lo sostuve lo mejor que pude tratando de que el no hiciera esfuerzo para apoyarse, se sentía su debilidad, sus piernas no se sostenían, lucia deshidratado y somnoliento.

-¡Robert!- retumbo el sonido de la voz de Lucy- ¿Está vivo?

-Si, por dios ¿Qué clase de pregunta es esa?- espete casi bufando- solo se desmayo

-Luce muy mal- su rostro se contorsiono en una mueca

-Llévalo al hospital, di que llego así a casa que quizá lo golpearon- abrí su boca dándole un sorbo de vodka para que fuera creíble la coartada

Subí a mi primo a la camioneta de Lucy, y nos separamos yo yendo directamente al aeropuerto y ella hacia el hospital, trate de calmarme pero la excitación era tan grande.

Sin embargo, debí regresar a los dormitorios a cambiarme la ropa manchada de sangre y por un bolso con algo de ropa. No sabía cómo procedería, jamás debí hacer nada con mis propias manos, mi mente pedía cesar sus deseos y mi sangre hervía por ver correr la sangre de Monique entre las manos.

Así seria, no descansaría hasta verla morir, hasta que mi amor por ella la llevara a la consumación de su perdición. Era algo inhumano el deseo que sentía por ella que era una clase de amor y al mismo tiempo la repulsión de saber que por su culpa el que sería mi mentor estaba muerto.

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El amor puede matarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora