Me encantaría una vida, una eternidad, junto a ti, para que la sonrisa siempre permanezca en mi rostro, sin cansarme de sonreír. Sé que... Eso jamás pasará.
—N.
Con clara decisión, dejé esa hoja color amarillenta, casi siendo un color viejo.
Dos dobleces fueron suficientes para que entrará con facilidad a la pequeña abertura en esa mochila.
—¡Hey! —Me sobre salté, creyendo que había sido atrapado— ¿Qué haces por acá?
—Uh, ¿A clases? —Respondí con obviedad.
—¿Qué no sabes?
—¿Saber qué? —Enfaticé. Dejándome caer en mi asiento, mirando que él ni siquiera trataba de inmutarse.
Con extrañeza, me acomodé mejor. Miré que en definitiva no había ninguna otra mochila en el salón, más que la de él y yo en el salón con la mía y mi compañero.
—Pues... Creo que vienes muy dormido hoy. —Se burló, desordenado mi cabello— El profesor de aritmética no vendrá hoy, tenemos libres estas dos horas...
Dejé caer mi rostro contra la mesa de mi asiento. Suspiré pesadamente.
Si hubiera sabido... Me hubiera ido a casa desde que tuve la clase anterior —hace dos horas— libre. Ahora estuviera dormitando en mi cama.
—¿Qué sigues haciendo aquí?
Un golpe en la puerta y en segundos, antes de que pudiera reaccionar, él estaba tomando su mochila.
—¡Nos vemos el lunes! —Se despidió rápido, saliendo pronto del salón de clases.
Miré hacia donde desapareció. Se fue.
Casi olvidaba que hoy era viernes...
—¿Por qué estás temblando?
Me avergoncé en seguida. Suspirando. Tomé mi mochila y me puse de pie, caminando hacia la puerta.
—¿Quieres ir a comer a mi casa? —Pregunté, aligerando el ambiente entre nosotros, sobre todo en mi.
—¡Claro! Pero por favor ya no más fideos instantáneos.
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N O T E S
Short Story❝ Y lo peor fue cuando esperé palabras que nunca llegaron. ❞ Ó ❝ Llegaron en el momento menos oportuno. ❞