trece

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El timbre suena, lo escucho a los lejos, pero las ganas de levantarme a abrir la puerta, ni siquiera eran pocas. No había nada de ganas ni de fuerza, seguía sintiéndome jodido.

Me removí en mi propia cama, descubrí mi cuerpo para poder estirarme mientras que el timbre seguía siendo insistente. Me molestaba. Miré la hora en el reloj a un lado en la cama y eran apenas las ocho de la mañana. Seguro papá y mamá volvieron al trabajo, ni se molestaron en venir a verme.

No tenía ni un mensaje en mi celular, nada.

Cuidadosamente me levanté de la cama, mi espalda crujió en seguida y un dolor se instaló en ella. A pasos lentos y casi tortuosos, bajé las escaleras, con sueño aún y mis ojos perezosos.

—¿Qué? —Dije al abrir la puerta, una sonrisa particular y demasiado llamativa me hizo abrir los ojos de golpe— ¿Q-Qué haces aquí? —Pregunté confundido, él se asomó un poco hacia adentro.

—Buenos días, ¿Estás solo? —Asentí confundido— Traje cereal y dulces, obviamente también la leche así que...

Pasó. Entró a mi casa con toda la confianza del mundo, llevando las bolsas en sus manos y con esa sonrisa plasmada en ellos. Cerré la puerta detrás de mí, después de asomarme y mirar las calles solas y el auto de Harry estacionado justamente frente a mi casa.

—Tomaremos el desayuno juntos.

—¿No deberías estar en el colegio?

—No pasa nada si falto un día. —Se encogió de hombros— Además...

—No quiero que te metas en problemas por mi culpa, no debiste venir...

Miré como sacaba las cosas de las bolsas, dejándolas sobre la pequeña isla. Sonreí suavemente cuando él comenzó por preparar los dos tazones para el cereal y las cucharas. Echó el cereal y en seguida la leche, dejó ambas cosas en sus respectivos lugares, sorprendiéndome que lo hice como si estuviese en su casa.

Los dulces quedaron en el centro de la isla, resignado tome asiento y lo miré mientras me pasaba mi tazón con cereal.

Recordar lo de anoche me daba pena.

—¿Ya estás mejor?

Eso me daba pena. Recordar lo de la noche anterior y solamente por haber sido un metiche. Sino hubiese estado escuchando lo que ellos dos decían del otro lado del pasillo, jamás hubiera terminado en el suelo del supermercado, mojado por la leche recién derramada.

—Yo... —Suspiré. ¿Cómo es que me sentía ahora? Tenía su presencia y eso me hacía sentir bien— Solamente duele un poco pero... —Negué— Ya estoy mejor.

Me excuse llevando la primer cucharada de cereal a mi boca. Sonreí ante el sabor y sabiendo que eran exactamente los cereales que estaba por comprar la noche anterior.

—Lamento que hayas tenido que venir hasta acá por culpa mía... —Murmuré apenado, antes de que pudiera decir algo hablé nuevamente— No era necesario. Ya estaba mejor.

—Noah, no pasa nada. Está todo bien. Necesitaba saber que estabas mejor, el golpe fue muy fuerte. Pensé por momentos que quedarías inmóvil por días.

—Te preocupaste por mi... —Susurré por lo bajo.

—¿Dijiste algo?

—¿Ah? —Fue rápido el mirarlo— Gracias por esto y... Por lo de anoche.

Él asintió solamente, comiendo de su cereal. Sonreí ligeramente al verlo comer sin preocupación alguna, era agradable verlo así pero... De nuevo el pensamiento de la chica.

N O T E SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora