veinticinco

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—Qué golpe le diste a Harry.

Comentó. La verdad es que tenía toda la razón.

Aquél golpe había sido demasiado fuerte y quizá —aunque era lo más seguro— le había dolido como los mil demonios. Había algo plantado en mi pecho que me hacía sentirme extremadamente bien, después de ese pequeño acto que había ejercido en la entrada del colegio, todo andaba bien aunque, las palabras que había escuchado por parte de Natalie, me tenían pensando e intrigado.

Demasiado.

Quería saber bien de qué se trataba.

—¿Le di muy fuerte?

Asintió lentamente, bebiendo de su soda, dando un muy ruidoso sorbo.

—Sí, me sorprendió al escucharlo. —Dijo— Fue un golpe tan fuerte, ¿Viste las caras de los demás? —Negué lentamente, escuchando con atención— Incluso, podría decirse que hasta a mi me dolió.

Me encogí de hombros lentamente. Trataba de restarle importancia pero, sabiendo que ahora Mark había sacado a relucir el golpe —que en realidad fue una cachetada— que le había dado de manera fuerte. Había sido un golpe que estaba acumulado desde hace dos días, en los que claramente, Harry había sido el culpable de ello. Por ignorarme, por no decir nada, por mentirme...

Eso me había dolido muy en el fondo, y, por más que traté de hacerlo a un lado y no prestarle demasiada atención a ello, había estado ahí en cuanto lo vi.

Le propiné semejante golpe en la mejilla que me hizo arder mi propia mano.

No quería prestarle demasiada atención pero, me comenzaba a sentir mal por golpear a Harry pero, había una parte de mi mente que me decía que había hecho bien en eso, que fue bueno golpearlo para descargar esa energía de enfado acumulado, para que pudiera sentir un poco de lo que yo había estado sintiendo estos días.

Le arrebaté el trasto de palomitas bruscamente, tenía que llenarme completamente la boca para no terminar pensando más en lo que había hecho, no podía estarme arrepintiendo o, ¿Si?

—¿Estás bien?

—¿Crees que estuvo bien? —Me miró confundido. Llené de palomitas mi boca, nervioso— Dime algo, y sé honesto. —Moví ligeramente mi cabeza, dándole a entender que siguiera con lo que iba a decir— ¿Te sentiste mejor al golpearlo? —Preguntó, haciéndome mirarlo fijamente.

Lo pensé unos momentos. La verdad es que después de ese golpe que le di, no hubo mejor satisfacción en mi vida que haberlo golpeado. Lo fue, de verdad.

Asentí lentamente, aún mirándolo: —Sí.

—Entonces, estuvo bien que lo hicieras. —Dijo— Sí te hizo sentir bien, no hya nada de qué arrepentirse, Noah. —Sonrió, acomodándose de nuevo en el sofá— Ahora, dame palomitas antes de que te las acabes todas.

Arrebató el trasto de entre mis manos, rechsité apenas. Pero, en cuanto las palabras de mi amigo volvieron a mi mente, me quedé pensando en ello, olvidando por completo la película que mirábamos. Necesitaba darle una solución a esto.

¿Estaría bien pedirle perdón? Pero, ¿Estaría también bien decirle cómo es que me había sentido todo esto tiempo?

Después de darle tantos rodeos a mis pensamientos y en la manera en la que —quizá— sería capaz de decirle todas aquellas palabras, me di cuenta de que la película terminó. No le presté demasiada atención, mucho menos la logré escuchar siquiera. Estaba tan ido.

—Deja de pensar mucho en la situación. —Reclamó.

—Yah, déjame en paz. —Me quejé, tirándome en todo el sofá cuando él se fue a la cocina— Eres un idiota, Mark. —Renegué.

——¡El único idiota es Harry! —Gritó desde la cocina.

Bufé. Mark era más resentido en este tipo de cosas que yo, incluso si no le llegaban a suceder a él.

Un quejido salió de mis labios cuando escuché sonar mi celular, era la llegada de un mensaje, o varios, por que sonó un par de veces.

Me senté nuevamente, tomando mi celular entre mis manos. Lo desbloqueé y miré los mensajes. Un número desconocido pero, no cualquiera, de hecho, el número era el mismo del que habñia recibido un mensaje hace unos días...




Número Desconocido:

¿Te encuentras bien?

Sábado, 17:51 pm


Noah. Necesito hablar contigo, me urge hacerlo.

19:59 pm

Es urgente, de verdad. He entrado un poco en razón y creo que lo mejor es hablar y arreglar esta situación.

19:59 pm

Quiero que solucionemos esto juntos, lindo. Por favor, dame la oportunidad de solucionarlo. Haré lo mejor que pueda.

20:00 pm



Ese último mensaje dejó mi corazón latiendo con una fuerza indescifrable, en ese momento me sentía eternamente lleno de grandes y buenos sentimientos. Un buen cosquilleo por todo mi cuerpo. Siendo todo esto acompañado de una sonrisa en mi rostro, de manera que me motivaba un poco, el celular lo pegué a mi pecho, pensando en una infinidad de cosas lindas junto a él al cerrar mis ojos.

Inhalaba y exhalaba de una manera un tanto exagerada, lo sabía pero, es que, me encontraba enamorado y, saber que tenía una oportunidad con esa persona, era la cosa más maravillosa.

Me llenaba el alma.

—¿Debería preocuparme por tu estado sentimental? —Su voz retumbó en mi cabeza.

Me había olvidado de mi mejor amigo, de que me hacía compañía en casa.

—Eh... —Busqué qué decir al abrir mis ojos— Estoy bien, todo está bien. —Asentí con entusiasmo.

—¿Por qué te encuentras así? —Preguntó de nueva vez, señalando el aparato electrónico entre mis manos— Hace segundos estabas ido y ahora... —Me señaló, casi de manera dramática.

Lo pensé un instante. Volví a mi posición anterior y lo miré.

—He recibido un mensaje... —Expliqué, mirando mi celular con la pantalla encendida y los mensajes aún mostrándose— Es de... —Aparté mi mirada— De Harry.

—¿Qué? ¿De verdad? 

Parecía alarmado. Su tono de voz me lo indicaba perfectamente. Se acercó apresurado a mi, para intentar que le mostrará la pantalla, exactamente los mensajes que acababa de recibir de aquel chico ruloso.

Por momentos, dudé de sí mostrarle o no. Es decir, si ya se encontraba ahora un tanto alterado ante la simple noticia de lo que le dije, ¿Cómo se pondría al leer los mensajes?

Me negaba pero, viendo el otro lado, se trataba de mi mejor amigo. Siempre venía bien la opinión de él al respecto de cualquier tema, incluso aún más si se trataba de un tema demasiado como el de ahora.

Le pasé el celular, no había nada que perder con mostrarle esos dichosos mensajes que me habían dejado enormemente feliz hace un momento atrás.

—Noah... —Alcé mi mirada hacia él, mirando su rostro. Tomé mi celular cuando me lo ofreció— Solamente quiero que no te vayas a ilusionar demasiado, no quiero verte herido una vez más. Cuídate de los tratos de Harry. Aún no lo conocemos lo suficiente. —Dicho eso, revolvió mis cabellos, ganándose un quejido y asentimiento por parte de mi.

—Lo haré, Markie.

Sonreí. Sostuve mejor mi celular, dispuesto a darle una respuesta a Harry en este momento. Sería mejor hacerlo el día de mañana, las clases terminaban temprano y ambos podíamos mantener esa dichosa charla.

Quería una oportunidad con Harry.





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