cero

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Era alto pero no demasiado. Era la altura perfecta, lo suficiente cerca del cielo, lo suficientemente cerca de mi. Tenía unos ojos preciosos, con un verde delirante, con un universo entero dentro de ellos, y lo más hermoso, que lograban mirarme, sin que yo pasara desapercibido. Poseía un olor embriagante, bastaba respirar un poco cada vez que pasaba cerca de mi, para volverte un adicto. Y esa sonrisa.

Sabía que no habría mejor hogar para abrigarse, que sus increíbles brazos; aquellos en dónde podía acurrucarse y sentirse cálido, hasta quedarse dormido.

No quería una vida dónde él no existiera. Era su adoración, hasta el final y después de el.



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