N O T E S

dos

Te dirá que te quiero sólo para mí, eso sería ser demasiado egoísta. Así que... Lo único que quiero es que sigas sonriendo aunque no sea para mi, me llenes el alma de bellas sonrisas tuyas. Puedo verte desde lejos. Eres tan perfecto que ni siquiera alguien como yo, merece estar enamorado de alguien tan bello como tú. 

—N.

Con manos temblorosas doblé la nota, después de arrancarla. Sonreí suavemente y miré hacia todos lados colgando mi mochila en mi hombro al haber cerrado mi mochila.

Un suspiro enorme y aún con manos sudorosas y temblorosas, dejé la nota sobre  la mesa de su asiento. Me apresuré a salir rápido, no quería que ninguno de los compañeros me viera por aquí. Necesitaba algo de dulce y nada mejor que asistir a la cafetería —a como todos lo hacían— para poder probar algún bocado de comida.

—¡Aquí estoy!

La reconocida voz me hizo girar sobre mis talones, con la mitad de un sándwich, jugo y un flan de chocolate, en manos, caminé hasta él. Tenía poco tiempo para comer.

—¿Dónde estabas metido?

—Uhm... ¿En el baño? —Me senté y acomode mis cosas, comenzando a comer.

—Espero que te hayas lavado las manos... —Viré los ojos ante el comentario.

—Espero que te hayas lavado el pene antes de venir, porque...

—No te conocía de esa manera...

Se escuchó a mis espaldas. Mi mejor amigo frente a mi, casi escupe el jugo a causa de la mueca-desesperación que apareció en mi.

—Y-Yo...

—Nah, da igual. Hoy en día nadie es tan inocente. —Golpeó suave mi hombro, pude divisar en su otra manos aquel papel amarillento— Provecho, nos vemos a última hora.

—Qué boquita tan más sucia...

Me quejé, bufando ante la molestia que me ocasionaba mi mejor amigo. Quedando por un momento, en trance, me había tocado el hombro... ¡Me había tocado el hombro!