veintitrés

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Con lágrimas en los ojos, subí a mi habitación, dejando el plato de comida casi vacío. El sonido que emití al levantarme de la silla fue algo molesto, haciendo incluso que me quejara conmigo mismo por haber hecho aquello.

Al llegar a mi habitación, cerré la puerta detrás de mi, no quería a nadie metido en mi habitación, mucho menos al chico ese que se estaba comportando amablemente quién sabe por qué cosa pero, me molestaba, no veía la maldita hora en la que se fuera de mi casa.

Conociendo perfectamente a mi madre, sabía que en cualquier momento vendría para querer hablar conmigo sobre lo recién sucedido y eso, vaya mierda, que no sabría como explicar ante mi repentina acción minutos atrás. Fue algo de impulso, algo que terminó por joderme y dejarme dolido. Es como si me hubiesen golpeado las costillas una y otra vez, con la intención de dejarlas rotas.

"Y tú, Harry, ¿Tienes novia?"

"Bueno, es algo... Difícil. Me estoy viendo con una persona pero, no sé si se de. Pero debo decir que es una persona estupenda."

Había respondido a la pregunta de mamá, con la estúpida sonrisa en su rostro y sabiendo perfectamente que yo me encontraba junto a él.

¿Por qué a las personas le daba por lastimarte sabiendo cuales eran tus sentimientos por ellas? ¿Qué se ganaba con eso?

Cómo lo supuse. Mamá ya se encontraba tocando la puerta, lancé una almohada hacia la puerta y negué sin responder. Pero, quería seguir insistiendo ella, le encantaba hacerlo para que su dichoso hijo terminará por contarle todo, era como una pequeña técnica. Siempre funcionaba pero, ahora no lo haría.

—No quiero hablar con nadie mamá, deberías irte. —Respondí desganado. En mis ojos no había lágrimas, la vista se me había nublado pero, ninguna logró salir.

Quizá me esté resignado a lo dolorosa que puede ser la vida...

—Lamentablemente no es tu madre. —Entró, sentándose en la cama junto a mi— Debemos hablar. Aceptaste hacerlo.

—Uh, sí no quise hablar con mi madre, ¿Crees que voy a querer hacerlo contigo? —Bufé con burla.

—Aceptaste. —Repitió.

—Bueno, deja ya las tonterías y habla. Que sea rápido.

Me acomodé en la cama, recargando mi espalda contra la pared, de manera tranquila, esperando a que comenzará a hablar sobre eso que tanto quería. Pase mis manos por mi rostro, de manera desesperada, sintiéndome cansado de esta situación estúpida y absurda, convirtiéndose cada vez más de esa manera con el pasar de los segundos.

Por mi cabeza pasaba ahora la idea de que a mi madre se le pudo ocurrir la idea de mandar a Harry para que ambos pudiéramos hablar, y ella ni siquiera sabía lo que estaba ocurriendo entre nosotros dos ahora.

—Debo admitir que fueron lindas las notas pero... —Se detuvo— Las últimas...

—Tienes novia, es estúpido que te siguiera dejando notas cuando tienes a alguien más en tu vida. Sólo me estaba haciendo daño a mi mismo.

—Fue algo difícil de comprender. —Prosiguió, sin importarle mucho mis palabras— Lo que de verdad debes de saber es que no tengo novia como tú crees. —Suspiré, restándole importancia aunque me importaba demasiado saber la verdad— Natalie es mi prima. Ambos siempre hemos sido muy unidos...

Asentí sin más. Quería que acabara rápido.

—También tengo que decir que nunca antes me había fijado en algún chico, estoy tan seguro de que soy heterosexual que...

—La típica respuesta para todo.

—Noah... —Reprendió— Eres lindo, demasiado. Lindo en todos los sentidos y eso, me agrada. No me equivoqué en acercarme a ti y conocerte un poco más. Fue bueno después de todo.

Su mirada. La sentía sobre mi, solamente pude tomar una de las almohadas para abrazarme a ella y ocultar parte de mi rostro con esta misma.

—¿Algo más?

—No quiero que terminemos alejados... —Murmuró— Quiero que sigamos juntos. Por favor...

—¿Sabes qué el seguir juntos conlleva tener que estarme lamentando todo el maldito tiempo por estar cerca de ti? —Negó. No entendía nada— Duele querer demasiado alguien. Es doloroso y peor aún, saber que no es algo correspondido. —Expliqué.

Suspiró. Me sentí avergonzado por ello, por las palabras que había usado pero, ¿Qué más importaba ahora? Ya se sabía todo.

—No sé cómo reaccionar a esto. —Dijo— Siento algo en el pecho, lo siento desde que recibo esas tontas notas —Rió— Al principio no creí que se tratara de ti, después... Al saberlo, fue algo, como ¿De verdad es él? Creí que se trataba de...

—Una chica urgida.

—Sí... Fuiste algo obvio, claro pero, tarde en darme cuenta. —Se acercó más a mi— Tu forma de escribir, la firma prácticamente anónima —Lo escuché reír en esa parte— Las hojas amarillentas, tu presencia la mayoría de las veces que me encontraba con esas notas, además, la libreta esa...

—Tu inteligencia tardó. —Me burlé en su cara.

—Esta vez sí. —Lo aceptó— Y lamento mucho todo esto... Es algo confuso que me este comportando así pero, es que, no sé cómo comportarme. No me molesta que estés enamorado de mi pero...

—¿Desde cuándo sabes que soy yo el de las notas?

Pregunté aquello por pura curiosidad. Él rió, se burló  un poco de sí mismo.

—Comencé a sospechar el día en que vi tu libreta amarilla... —Confesó— Pero, en realidad, terminé dándome cuenta el viernes, después de esa última nota. Por eso, queriendo saber un poco más, salí contigo el sábado.

Me quedé pensativo por un largo momento, poco a poco fui dejando de ejercer demasiada fuerza en la manera en la que abrazaba la almohada contra mi pecho. Como si se tratara de algo malo, mi cabeza giró hacia él, mirándolo con plena curiosidad, casi olvidándome del motivo de toda esta plática y momentos de agresividad que me agarraban.

—¿Por qué me pediste salir? —Entrecerré mis ojos.

Pareció que abrió más sus ojos ante mi pregunta, era obvio que no la esperaba para nada. Sonreí para mis adentros, sabiendo que cómo él había hecho anteriormente de tomarme por sorpresa, yo también lo había hecho.

Esperé tranquilo —realmente impaciente, lo cual no dejaría que él viera— a que terminara por responder a mi pregunta. Esta vez, era él quién parecía estar intimidado, mi mirada estaba puesta sobre él, ante asa movimiento o gesto que pudiera hacer. Incluso, apartó su mirada de la mía, bajando su rostro, ni siquiera logré ver alguna sonrisa de esas burlonas que siempre nos dedicaba. Nada.

—Bien —Me removí en mi lugar, completamente seguro de mis palabras— Si no quieres decírmelo ya puedes...

—Noah... —Me interrumpió, haciendo que frunciera mi ceño.

Cuando giré para verlo una vez más, una de mis manos se posó sobre mi mejilla y sus labios, rozaron perfectamente la comisura de mis labios. Fue ahí donde dejó un pequeño y algo ruidoso beso. 

Me tomó por sorpresa.

—Nos vemos mañana en clases.

Se puso de pie y se marchó. Me dejó solo en la habitación con mis labios entreabiertos y la comisura de mis labios ardiendo.

¿Qué demonios es lo que había sucedido?



N O T E SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora