once

8 2 0
                                    


Me he cansado de ésto. Estoy devastado por esto y por ti, por culpa tuya. Deja de darme falsas ilusiones cada vez que lees mis notas y sonríes. Deja de lastimarme de esa estúpida manera. Te dejare en paz.

—N.




Con cansancio dejé esa nota en su casillero de deportes. Tomé mi mochila y salí de ahí sin siquiera percatarme de nada. Me sentía decaído y cansado, con sueño y sin ganas de seguir asistiendo a las siguientes clases.

Quería irme a casa.

—¡Noah, espera! —Seguí caminando sin hacer caso a Mark. Lo que menos quería ahora era detenerme y tener una conversación con alguien— Hey... ¿Qué pasa? Te ves muy...

—¿Decaído? —Terminé su oración con una sonrisa— Lo estoy. De verdad que lo estoy.

—¿Qué sucede?

Su mano en mi hombro, deteniendo mi paso y posándose frente a mi, dejándome ver ese rostro de confusión. No tenía nada que decirle, no quería que supiera nada pero, es que...

—Soy tu mejor amigo, puedes confiar en mi.

Ese era el asunto. Es mi mejor amigo y sé que no debería de esconderle nada pero... ¿Cómo explicarle todo?

—Sé lo que eres mío. —Respondí, volviendo a retomar mis pasos— Es difícil de explicar.

Venía a un lado mío. Sus pasos igual de pesados y lentos que los míos. Ni siquiera sabía a donde me dirigía pero, tampoco pensaba volver a clases, quería despejarme incluso de ello.

—Creo que sé lo que te sucede.

—¿Ah... Si? —Lo miré— Dímelo entonces.

Jaló de mi, tomándome por el brazos hasta salir al jardín, cruzamos este mismo y subimos las gradas del campo de fútbol americano. Suspire al sentarme, esperando a que pudiera seguir con sus palabras.

Hasta me había cansado de hablar. Estaba por cansarme de respirar.

—Digamos que lo sé todo... —Llamó mí atención con eso— Sé lo que escribes... Tampoco es tan difícil darse cuenta de quien se trata. Pero, conociéndolo a él y sabiendo que apenas y hemos hablado poco con él...

—Entonces... ¿Sabes lo de...?

—Las notas. —Terminó mi oración— Lo sé. —Asintió.

—¿Desde cuando?

Se recostó sobre la base de madera, entrecerrando sus ojos cuando el sol daba contra parte de ellos.

—La vez en el laboratorio de química... —Dijo— Bueno, te había visto cerca de su casillero en vestuarios, pero no lo sospeché desde ese momento. —Sonrió, ¿Por qué lo hacía?— Aquél día en el laboratorio de química. Te pusiste nervioso cuando Harry preguntó sobre la nota, desde que yo la vi, me quedé pensando en que podría tratarse de ti.

—¿Por qué?

—Eres muy obvio, idiota el que no se de cuenta. —Rió— Tienes una libreta de ojos amarillas... Siempre la llevas contigo. —Se encogió de hombros— A veces la sacas en clases, la he visto y veo también que escribes una que otra cosa en ella. —Me quedé en silencio.

Tenía toda la puta razón.

—¿Por qué no me dijiste que te sentías atraído por Harry?

—Y-Yo no... —Entre cerré mis ojos— ¿Cómo es que sabes que me siento atraído por él?

Él sonrió, aires de grandeza.

—Lo supuse. Y tú, me lo acabas de confirmar.

¿Cómo demonios lo hizo?





N O T E SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora