veinte

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Entré al colegio, con la mirada baja y los ánimos de asistir al colegio estaban por los suelos. Mis ganas de seguir cada clase eran apenas visibles peor aún, entrar temprano al colegio lo era, ¿Quién tuvo la idea para que entráramos temprano?

Me gustaba asistir al colegio, aprender cosas nuevas cada día me gustaba pero, tampoco es como que fuera fanático de levantarme temprano todos los días de colegio y coon el ánimo entero encima. A veces, odiaba siquiera tener que caminar.

Terminé derrumbándome en mi asiento, dejando descansar mi rostro sobre mis brazos que a su vez se encontraban recargados sobre la mesa. Un suspiro de frustración y estrés acumulados por los últimos dos días en los que me la pasé encerrado en casa —a excepción del día en que salí con Harry—  que eso se tornaba pero aún, era algo que no saldría fácilmente de mi cabeza.

Cerré mis ojos con fuerza, evitando todo pensamiento acerca de aquél rizado que me traía completamente loco desde hace tiempo. Mientras más siga pensando en él, menos podré sacarlo de mi cabeza y eso, claramente se volvería una tortura mucho más grande.

El salón de clases estaba en completo silencio, seguía siendo un poco temprano como para que todos llegarán. Me acomodé de nuevo en mi lugar, tratando de tomar una pequeña siesta antes de que todos llegarán y las clases comenzarán.

No sé cuánto tiempo pasé dormido. Alcé mi rostro, y no vi a nadie frente a mi, ni siquiera las cosas del profesor. Me acomodé se nuevo, esta vez con mi rostro de lado sobre mis brazos, cerré mis ojos un momento y cuando los abrí, me lo encontré en el asiento a un lado mío, mirándome con una sonrisa.

Fruncí mi entrecejo y cerré de nuevo mis ojos.

—Es sólo un sueño, Noah... —Me susurré. Dejé de la misma manera mi rostro, dejando salir mi aliento, soltando un ligero quejido.

Esto se trataba de que estaba soñando y que, obviamente, me había quedado con él en mis pensamientos. Será imposible alejarlo del todo.

—¿Qué es un sueño? —Preguntó, su voz sonó por toda mi cabeza, siendo como un eco— ¿Ya estás alucinando? ¿Debería de preocuparme por eso?

Empuñe fuerte mis ojos, abriéndolos rápido para saber que, efectivamente, él estaba ahí, mirándome como si su mundo dependiera de ello. Los nervios saltaron sobre mi, provocando que me sintiera ansioso.

—¿Qué haces aquí? —Pregunté, manteniendo la calma— Deberías estar en tu clase... —Murmuré, sabiendo que no teníamos las primeras clases juntos.

—Sé que debo de estar en mis clases... —Asiente, acercando su asiento hacia mi— Pero, quería pasar a verte.

Ahora no, esos malditos sentimientos ya no más. Deberían de detenerse ahora.

—Entonces...

—¿Seguiste mejor? Digo, el día en que salimos devolviste el estómago, ¿Si lo estás?  —Cuestionó con curiosidad, sin dejar de mirarme. Lo hacía ahora de forma que trataba de inspeccionarme mejor, como si tratara de encontrar algo en mi.

—Uhm... Y-Yo, estoy bien... —Asentí lentamente, mirando sus ojos, apartándolos hacia sus labios.

Me quedé así por un largo momento, mirándolo a los labios, presenciando como estos mismos se movían, como si me estuviese diciendo algo...

—¿Me has escuchado? —Sacudí mi cabeza, alzando mi mirada a sus ojos, tenía una jodida sonrisa hermosa, mirándome con ojos risueños.

¿Qué es lo que estuve haciendo?

Tragué duro, apartando mi mirada de él, la posé en la puerta donde comenzaban a entrar los estudiantes. Negué para él y que captara que claramente no le había estado prestando atención alguna.

—Bueno... —Lo escuché decir— Me tengo que ir, ¿Podemos hablar a la hora del almuerzo? —Preguntó, quedándose ahí de pie, esperando a que le respondiera algo al respecto.

Lo miró por un largo tiempo, siguiendo cada movimiento que hizo al colgar su mochila en su hombro.

—Noah, ¿Aceptas? —Asiento rápidamente, al ya haber escuchado lo que propuso— Bueno, nos vemos más tarde...

Se despidió, saliendo del salón de clases y siendo capaz de llamar la atención de varias personas en el salón, incluso, encontrándome con una que otra mirada de ellos sobre mi, interrogándome cómo es que él me habla.

Me sentía intimidado.






Guardé las cosas en mi mochila, hacía todo de una manera perezosa, las primeras clases del día habían sido extremadamente cansadas y aburridas para mi. Colgué mi mochila en mi hombro y con cuidado, salí del salón de clases, renegando porque Mark se quedará dormido y no asistiera el día de hoy. 

Choqué un par de veces en los pasillos con los estudiantes que venían en dirección contraria a mi, cuando me di cuenta ya estaba caminando hacia el patio principal, esquivando a otros estudiantes, cansado de andar me dejé caer en el césped.

Me tiré hacia atrás, dejando mi cabeza sobre mi mochila, necesitaba dormir un poco. Hubiera sido preferible quedarme en casa, descansando para estar mejor el día de mañana y poder volver a casa.

—¿Y si me voy a casa? —Me pregunté a mi mismo, cerrando mis ojos para poder dormitar un poco— Podría dormir cómodo en mi cama y tener mayor acceso a rica comida... —Solté un jadeo de frustración, queriendo hacerlo.

De un momento a otro, siento como una sombra se posa frente a mi, los pequeños rayos de sol ya no me daban directamente en el rostro.

Liberé un gruñido que rápidamente se convirtió en risas-gritos a causa de las cosquillas que recibía y además del susto que me ocasionó eso.

—¡Basta! —Abrí mis ojos, encontrándome con Harry ligeramente inclinado para hacerme cosquillas— ¡Harry! —Dije su nombre, en un quejido.

—¿Qué sucede, Noah? —Se burló.

Me aparté de él tan rápido como pude, suspiré, recargándome contra el árbol que me daba sombra. Cerré mis ojos, inhalando y exhalando pesadamente repetidas veces para que mi respiración normal volviera.

—¿Por qué hiciste...? ¡Harry! —Grité, aventando su cuerpo para que se alejará de mi.

—Oye, tranquilo... —Sonríe, tomando lugar a un lado mío— El día de hoy pareces estar un tanto paranoico, ¿Qué es lo que te pasa?

 Preguntó aquello mientras se acomodaba la mochila entre sus piernas, comenzando a rebuscar entre ella. Traté de no prestarle demasiada atención, me centré en mirar hacia el frente, perderme en algo que no me hiciera centrarme en algo que no fuese él en ese momento ni en ningún otro.

Reaccioné cuando vi que no solamente buscó en su mochila, sino en la mía también. 

Me alarme pero, él solamente me sonrío amablemente.

Extendió un par de cosas frente a mi, dejando las cosas sobre mis piernas antes de que pudiera decir algo, me sonrió una vez más. Era algo de todos los días, una sonrisa hermosa y cálida, que era capaz de enamorarme más.

Quería que dejará de hacerlo.

Cuando miré las cosas, mi corazón se aceleró.

—Sé que eres tú. —Dijo.

Mi libreta de hojas amarillentas y las notas que había estado dejando para él, estaban ahí, sobre mis piernas, dejándome completamente expuesto y con mi respiración agitada, mi corazón acompañando todo esto.

—Te descubrí, Noah.

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