Markquie
¿Por qué demonios no me respondes las llamadas?
Bueno, ahora me manda buzón.
No sé que sucede pero, cuando veas los mensajes, por favor llámame o responde algún mensaje. Necesito saber cómo estás.
Viernes, 22:54 pm.
¡En serio que me estas asustando! ¿Sabes qué estoy muy preocupado por ti? Te he llamado más de cincuenta veces desde ayer por la noche hasta ahora, la mayoría de las llamadas van para el buzón.
Tampoco me aparece que hayas estado en línea en tus redes... Iría a tu casa si me fuese posible, sabes que los fines de semana la paso en casa de la abuela... Por favor dime que estás bien.
¡Ni siquiera respondes el teléfono de casa!
13:55 pm
Ya dejé la casa de la abuela, voy hacia la tuya. Sino me abres tendré que tirar la puerta. Ésto ya fue demasiado.
Llego en una hora.
14:15 pm
Renegué ante lo que ese tipo había hecho. En serio que eran demasiadas llamadas y bueno, tampoco es como que haya tenido ganas de cargar mi celular. No tenía ánimos para nada, solamente para seguir tumbado en la cama y volver a dormir.
Papá y mamá, volvieron a marcharse. Su importante y pesado trabajo apenas y les deja el tiempo suficiente para poder respirar y sobrevivir. Pero, eso no era lo importante ahora.
Comenzaba a sentirme mal por que Mark terminó por dejar de estar en casa de su abuela, sabiendo que la veía algunas veces —últimamente siempre los fines de semana—, y saber que la dejó por culpa y berrinche mío de típico adolescente enamorado y dolido, me jodía más.
Me levanté de la cama para poder buscar el cargador y enchufar en seguida mi celular junto al cargador para poder responder aquellos mensajes.
Saber que tenía que volver desde las afueras de la ciudad... Jodida amistad la mía. Lo que hice no es de un mejor amigo.
Yo:
No tienes por qué volver. Mejor quédate en casa de tu abuela. Regresa.
Yo estoy bien, solamente dormía mucho, sabes que últimamente no lo hacía. Estoy cansado, nada más.
Por favor, quédate con tu abuela. Te llamare más tarde, cuando mi celular tenga batería.
14:45 pm
Tomé una rápida ducha antes de que él llegará, porque claramente vendría. También conociendo a la abuela de Mark, era obvio que después de que él le contará, le habría incitado a venir hasta acá. Ellos dos eran uña y mugre.
Con unos shorts y una camiseta enorme, salí de la habitación con mi celular en mano. Lo enchufaría en un lugar cerca a mi mientras comía algo.
No era mentira que también había llamado al teléfono fijo de casa.
Calenté en el microondas la cena de ayer, siendo suficiente —demasiada— para recuperar el desayuno y el almuerzo. Me senté en el sofá de la sala de estar, comiendo en silencio y con plena tranquilidad.
Recordar todo lo que hice ayer me hizo sentir mal. Sintiendo una fuerte opresión en mi pecho. Volví a la cocina para dejar el plato con comida ahí. Me tumbe en el sofá, siguiendo por sentir nuevamente ese dolor en mi pecho, un nudo en la garganta y privándome de oxígeno por unos segundos hasta que el primer sollozo se liberó de mis labios y las lágrimas resbalaron de mis ojos.
De verdad, estaba demasiado roto en este momento. Era fácil darse cuenta.
—¿Qué pasó?
Me sobre salté, había llegado y entrado a casa sin hacer el menor ruido.
Gire a verlo, dejando que me mirara como me encontraba ahora. Con las mejillas empapadas de lágrimas, la nariz roja, mis ojos borrosos, mis labios temblorosos... Todo mi cuerpo tembloroso.
—Soy un idiota...
—Tranquilo... —Se acercó a mi, abrazándome— ¿Qué fue lo que pasó?
—Ya no habrá más notas... —Susurré, incómodo por mojar su camiseta, aún así seguía aferrado a su cuerpo— Él merece a su novia, ambos son tal para cual... Él jamás se fijaría en mi, porque soy un chico. Y eso está mal.
Su mano subía y bajaba por mi espalda, brindándome cariño. Me reconfortaba el poder tenerlo, después de todo siempre se preocupaba por mi.
—No —Negó— No esta mal gustar de una persona de tu mismo sexo, después de todo, es amor. Y en el amor no se manda.
Con lentitud, me aparte de su cuerpo para mirarlo a la cara, limpie mis mejillas y ojos, al igual que nariz. Me miró fijamente con una sonrisa suave plasmada en sus labios.
—¿Tú crees que pueda gustarle?
Él rió. Dejando de mirarme por un momento. Volviendo a topar nuestras miradas.
—Noah —Llamó mi atención— Tú podrías gustarle a cualquier persona.
ESTÁS LEYENDO
N O T E S
Short Story❝ Y lo peor fue cuando esperé palabras que nunca llegaron. ❞ Ó ❝ Llegaron en el momento menos oportuno. ❞